El programa matinal de El món a Rac1 vuelve a ser fuente inspiración para este humilde servidor huérfano de ideas propias. Espero que sepan perdonar mi nueva incursión en sus contenidos y no exijan más pago que mi inmensa gratitud, a cobrar en cheque en blanco al portador repleto de buenos deseos,…
Os explicaré dos historias de mala suerte:
Major Summerford, militar británico. Este señor tuvo una relación tormentosa (y nunca mejor dicho) con el destino. En febrero de 1918, durante la I Guerra Mundial, en Flandes, mientras iba a caballo, le cayó un rayo que le dejó paralizado de cintura para abajo. Dejó el ejército y se fue a recuperar a Vancouver (Canadá). Años después, ya recuperado, vemos al infortunado personaje tan ricamente pescando en cierto riachuelo cuando es alcanzado, segunda vez, por otro rayo. Esta vez quedó paralizado el lado derecho de su cuerpo. Paulatinamente volvió a recuperar la movilidad a base de magnos esfuerzos que resultaron baldíos ya que durante un paseo por un parque fue atacado por tercera vez por un rayo. A este señor no le caían ni le alcanzaban los rayos: le ATACABAN. Como no tenía ya mitades para paralizar esta vez la inmovilidad fue total. Nunca se recuperó y al cabo de dos años murió. ¿Fin de la historia?, pues no: en el colmo de la mala suerte (que hasta entonces era que te cayeran tres rayos en una vida) un cuarto rayo se cebó con él, pero ahora en el cementerio donde descansaba en paz (aunque cabreado con la madre naturaleza, digo yo). Cierta noche de tormenta cayó un rayo en el cementerio calcinando una única lápida, ¿cuál? Seguro que la adivináis. Este cuarto rayo ya no le cayó, ni le alcanzó, ni le atacó, directamente se mofó del ínclito militar.
La bala predestinada: Henry Ziegland dejó a su novia y ésta, enferma de desamor, se suicidó. El hermano de la desdichada intentó vengar el oprobio y cual protagonista de telenovela fue en busca de su cuñado pistola en mano. Le esperó en el jardín. Cuando hubo salido de casa, Henry fue atacado con el arma de fuego por su futuro (ya no) cuñado para luego acabar suicidándose (la manía se conoce que venía de familia). El tema es que la bala no cumplió su objetivo, su destino, y sólo rozó la cara de la víctima y fue a incrustarse en un árbol muy grande del jardín. Ocho años después Henry decidió construir un granero en el jardín. El árbol (ocho años más ancho) le estorbaba y decidió serrarlo. Se conoce que la labor era ardua, o que el tal Henry era un vago, y decidió que la mejor solución para deshacerse del árbol era dinamitarlo. Dicho y hecho: Colocó los explosivos pertinentes y tras retirarse a una distancia prudencial hizo estallar el explosivo con tan mala suerte que la bala que moraba en el interior del tronco del vegetal salió disparada cual metralla de bomba y fue a incrustarse en la cabeza de Henry matándolo en el acto. La bala cumplió su objetivo, su destino ocho años después. Otro caso de
AUTÉNTICA MALA SUERTE
Os explicaré dos historias de mala suerte:
Major Summerford, militar británico. Este señor tuvo una relación tormentosa (y nunca mejor dicho) con el destino. En febrero de 1918, durante la I Guerra Mundial, en Flandes, mientras iba a caballo, le cayó un rayo que le dejó paralizado de cintura para abajo. Dejó el ejército y se fue a recuperar a Vancouver (Canadá). Años después, ya recuperado, vemos al infortunado personaje tan ricamente pescando en cierto riachuelo cuando es alcanzado, segunda vez, por otro rayo. Esta vez quedó paralizado el lado derecho de su cuerpo. Paulatinamente volvió a recuperar la movilidad a base de magnos esfuerzos que resultaron baldíos ya que durante un paseo por un parque fue atacado por tercera vez por un rayo. A este señor no le caían ni le alcanzaban los rayos: le ATACABAN. Como no tenía ya mitades para paralizar esta vez la inmovilidad fue total. Nunca se recuperó y al cabo de dos años murió. ¿Fin de la historia?, pues no: en el colmo de la mala suerte (que hasta entonces era que te cayeran tres rayos en una vida) un cuarto rayo se cebó con él, pero ahora en el cementerio donde descansaba en paz (aunque cabreado con la madre naturaleza, digo yo). Cierta noche de tormenta cayó un rayo en el cementerio calcinando una única lápida, ¿cuál? Seguro que la adivináis. Este cuarto rayo ya no le cayó, ni le alcanzó, ni le atacó, directamente se mofó del ínclito militar.
La bala predestinada: Henry Ziegland dejó a su novia y ésta, enferma de desamor, se suicidó. El hermano de la desdichada intentó vengar el oprobio y cual protagonista de telenovela fue en busca de su cuñado pistola en mano. Le esperó en el jardín. Cuando hubo salido de casa, Henry fue atacado con el arma de fuego por su futuro (ya no) cuñado para luego acabar suicidándose (la manía se conoce que venía de familia). El tema es que la bala no cumplió su objetivo, su destino, y sólo rozó la cara de la víctima y fue a incrustarse en un árbol muy grande del jardín. Ocho años después Henry decidió construir un granero en el jardín. El árbol (ocho años más ancho) le estorbaba y decidió serrarlo. Se conoce que la labor era ardua, o que el tal Henry era un vago, y decidió que la mejor solución para deshacerse del árbol era dinamitarlo. Dicho y hecho: Colocó los explosivos pertinentes y tras retirarse a una distancia prudencial hizo estallar el explosivo con tan mala suerte que la bala que moraba en el interior del tronco del vegetal salió disparada cual metralla de bomba y fue a incrustarse en la cabeza de Henry matándolo en el acto. La bala cumplió su objetivo, su destino ocho años después. Otro caso de
AUTÉNTICA MALA SUERTE
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joer, y yo pensando que tengo mala suerte porque siempre me toca la cajera mas lenta en el super...!!
ResponderEliminarlo de que te caigan tres rayos...eso será de libro guiness por lo menos...me parece increible....y lo del otro tio...bueno, eso no tiene nombre...jajajaj...hay pobre...no puedo evitar reirme...aunque me sabe fatal...(por qué nos reiremos de las desgracias ajenas??)
me acordaré de ellos la proxima vez que piense que tengo mal fario...
Un saludo!!
Tanta mala suerte para unos pocos debe ser por que hay otros extraordinariamente afortunados no?
ResponderEliminarAnda y yo me quejo que ni cuando tenían 3 reintegros los cupones me tocaba ná.
ResponderEliminarEs un post muy simpático, lo siento por los fallecidos ;)
5 besossss^^
Nunu: pues yo siempre consigo estar en la caja del súper que se estropea o tiene algún problema (y eso que la elijo a conciencia pensando que será la más rápida)
ResponderEliminarUn saludo
Sylvie: está claro que hay quien nace con estrella y n'hi ha que neixen estrellats
Un saludo
Dianna: es mejor quejarse y maldecir la mala suerte, ya se sabe, quien no llora no mama
Cinco besos más para la colección
He querido dar un toque(cito) de humor al post por lo lejanas que nos quedan las situaciones que evidentemente son desgraciadas. Espero no haber molestado a nadie
Para mala suerte la del Zaragoza, que ha bajado a segunda.
ResponderEliminarQueréis decir que el tio este nos se tragó un imán o algo por el estilo cuando era pequeño !!! supongo que en la lápida debieron poner ... Vivió un avida electrizante. Todo ello con el mejor gusto posible !
ResponderEliminarPara Dalmau : Ayer vi el partido entero del Zaragoza y desde luego con esa plantilla es para correrlos a gorrazos por haber bajado. Tiene que haber un "tomate" en el vestuario de aquí te espero porqué sinó no se entiende.
Demencial... Lo de la bala es tremendo (aunque lo del rayo también tiene tela).
ResponderEliminarMadre mía...
Dalmiau: te acompaño el sentimiento y esperamos los culés poder aprovecharnos para robaros algún jugador tirado de precio
ResponderEliminarJordi: quién sabe, igual comía muchas lentejas (chiste penoso)
Crespín:sí, es posible que sea demencial aunque cabe la posibilidad de que no lo sea
Saludos a los tres
Guauuu lo del rayo puede tener una explicación científica, no sé pero creo que hay gente que tiene más capacidad para atraer a la electricidad... no lo tengo muy claro porque ese día me dormí en clase de física!!! No obstante es una mala suerte alucinante!!
ResponderEliminarEl segundo caso es peor aún... eso si que es pisar m...!!
Mi mala suerte es que se rompa el metro cuando tengo prisa (aunque como están los transportes públicos en BCN... no es mala suerte, es habitualidad), mi mala suerte es quedarme sin papel o tintt en la fotocopiadora del trabajo ante un examen, ir a la pelu y que llueva... poca cosa!!
Petonets
Dafne, disiento contigo en que el segundo caso sea peor suerte, al fin y al cabo tuvo una muerte rápida (y superó un intento de asesinato).
ResponderEliminarEn tus casos de mala suerte cotidiana falta el lavar el coche y que llueva al día siguiente.
Petonets