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domingo, 31 de marzo de 2019

Males endémicos: el mundo según Frank Zappa



Leyendo las memorias de Frank Zappa advierto, dentro de su peculiar modo de advertir la realidad una gran dosis de coherencia en su análisis de la sociedad americana.

Sin abandonar su excentricidad, sí que denotan sus palabras más cordura que las de reconocidos analistas que sólo nos venden demagogia barata.

A veces es útil abandonar los parámetros que determinan una visión sesgada  de los hechos y ponernos las gafas de Zappa y ver el mundo desde su punto de vista. Obviamente no comparto algunas de sus visiones, es posible que, exageradas de todos esos vicios, injusticias que la humanidad ha reconocido como inevitables o inherentes al género humano o daños colaterales de la sociedad del bienestar, llamémoslo como queramos pero en el fondo no es más que un engañabobos. Pero esa desmesura sirve también para detectar y comprender mejor el fondo de la cuestión.

Y su visión del mundo, más que memorias sería un tratado de cómo Zappa ve la sociedad de su tiempo, nos permite reflexionar sobre muchas de esas cosas

Hace ya treinta años de estos sabios pensamientos y lo triste es que siguen vigentes hoy en día.

Os dejo con un fragmento de uno de estos "discursos", que en este caso comparto en su totalidad, y dado que nace de un genio del siglo XX es al menos digno de consideración:


"Nuestro sistema escolar prepara a los jóvenes para que sean ignorantes con estilo: ignorantes funcionales. No se prepara a los estudiantes para que manejen instrumentos como la lógica. No se les dan criterios con los que discriminar entre lo bueno y lo malo en cualquier producto o situación. Están listos y preparados para funcionar como compradores autómatas de los productos y conceptos ofrecidos por un complejo militar-industrial multinacional que necesita un Mundo de Bobos para sobrevivir.Si eres tan hábil como para realizar cualquier tipo de trabajo y tan bobo como para tragarte las banderitas, todo te irá 'bien'. Pero si te aventuras más allá, correrás el riesgo de sufrir repentinos problemas estomacales y migrañas.Creo que las escuelas de Estados Unidos tienen un programa de Búsqueda y Destrucción dirigido a detectar cualquier rastro de pensamiento creativo que muestren los estudiantes. Estos planes de estudio alguien los diseña. Estos libros de texto alguien los redacta. Alguien establece esos estándares. Alguien comprueba que todo va bien. Hay alguien que se gasta muchísima pasta en todo esto."



sábado, 16 de marzo de 2019

A Dios pongo por testigo… el desenlace



Comentaba la semana pasada que  este domingo tenía una misión especial y, debo deciros, que la he cumplido.

Sí: he desayunado un donut de chocolate y uno normal.

Armado de valor he completado la ardua labor que me prometí llevar a cabo esta semana.

Llegado al local en cuestión he superado mi catalanidad, manifestada esta vez por el afán de no malgastar: he huido de la oferta de dos donuts del mismo sabor por 1,30 euros y he optado por lo que realmente me apetecía: un donut normal y uno de chocolate para acompañar el café con leche en el desayuno. Qué más da, un  día es un día y si hay que gastárselos, qué caray, se gastan.

Dicho y hecho: reclamo mi menú, me dispongo a pagar y, ¡oh, sorpresa!, me cuesta 2,60 euros. Es decir lo mismo que me costaba la oferta de dos donuts, pero siempre del mismo sabor.

¿Se habrán equivocado?, ¿habrán ampliado la oferta y ahora también incluye mi elección? Qué más da, el caso es que “me callo como una puta” (de dónde vendrá tal expresión) y pago religiosamente. Eso sí me ha parecido intuir una extraña mirada de la  camarera encargada hacía la que me sirve, quién sabe si recriminándole que  me está cobrando de menos sin querer decírselo en mi presencia. O quizás son sólo paranoias que me monto fruto de la tensión del momento. Sudores fríos: no olvidéis que me estoy ahorrando unos centimillos - y eso para un catalán son palabras mayores - con tal hipotética confusión, con tan tensa situación.

Y fin de la historia, fin de este  miniserie blogueril de dudoso interés. Ya concluiréis vosotros mismos la moraleja de la situación.

Ahí lo dejo, y no descarto un spin-off o una segunda parte de la serie que bien podría llamarse:

“Sese y los sudores fríos por ahorrarse uno centimillos”.

Sí ya lo sé, lo mío es digno de estudio… y el caso es que voy a peor.

Hasta la próxima

domingo, 10 de marzo de 2019

A Dios pongo por testigo que la semana que viene desayunaré un donut normal y otro de chocolate




Un domingo cualquiera, típico, cotidiano me lleva a un calmado desayuno sin ningún reloj que me recuerde la obligación de finalizarlo antes o después. Vamos, un tiempo para uno mismo que  disfruto ya sea con un libro entre manos o con auriculares en mis oídos o  ambas cosas a la vez, que no son incompatibles.

El primer paso en este ritual consiste en ir al local en cuestión  (la cadena de panaderías 365, pedir en caja, pagar y recoger el producto para consumir cómodamente en su interior) y elegir el menú. Y como a diario repito el típico cruasán y  relaxing café con leche siendo domingo una fecha especial “tiro la casa por la ventana”  e ingiero un par de donuts y el  mencionado líquido elemento. Es posible que aquí me salga la vena catalana o tire del tópico que somos unos tacaños y tal y cual pero la verdad es que me apetece siempre un donut normal y otro de chocolate, y nunca tomo tal combinación porque hay una oferta de dos unidades por 1,30 pero siempre que sean los dos dulces del mismo tipo. Así siempre opto por dos donuts normales o dos de chocolate para acompañar el café, según sea el caso.

El caso es que esta mañana he optado por dos de chocolate quién sabe si desde el subconsciente maldiciéndome por  no elegir uno de cada como en el fondo me apetece.  Hasta aquí todo normal, como cada semana. Dos chicas que me seguían en la cola han pedido también y veo que una de ellas lleva dos donuts  normales para acompañar el café.

He estado tentado de proponerle un cambio de  dulces para que cada uno tuviéramos uno de cada. Pero, creo que con criterio, he decidido no hacerlo. Mis intenciones obviamente no eran malas, pero considero que hubiera sido una  especie de intromisión gratuita en su intimidad que acaso no hubiera sido juzgada con la inocencia desde la que estaba planteada.

No hubiera sido descabellada una respuesta a tal solicitud tal que “pues si quieres uno de cada te compras uno de cada”, ‘ya pero es que la oferta son dos del mismo sabor’, “pues te gastas 50 céntimos más y tendrás uno de cada y no tendrás que molestar al prójimo, que ya eres mayorcito y no creo que seas uno de esos adolescentes que su papi le da una paga semanal y ha de mirar por  cada céntimo que gaste”, ‘perdona, tienes razón, no era mi intención quedar como un cretino’ ZASCA!!!!

Claro que tampoco hubiera sido descabellado una respuesta tal que “no, lo siento es que soy alérgica al chocolate y por eso me pido dos normales”, el resultado hubiera sido el mismo pero me hubiera ahorrado el ZASCA!!!!

Claro que también hubiera podido ocurrir que “claro, me haces un favor, a mí también me  apetece uno de cada pero como la  oferta es ésta…” ‘qué bien!!!, muchas gracias. Espero veros cada domingo aquí para repetir la operación’ y acaso hubiera sido el INICIO DE UNA BONITA AMISTAD.

¿Hice bien?, ¿hice mal?... Chi lo sa. Será uno de tantas incertidumbres que me llevaré a la tumba.

Pero eso sí:

 ¡¡¡¡¡A DIOS PONGO POR TESTIGO que la semana que viene desayunaré un donut normal y otro de chocolate!!!!!

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