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domingo, 9 de marzo de 2008

Un mundo sin fin (Ken Follet)

El uno de febrero cayó en mis manos el esperado ejemplar de lo último de Ken Follet. En lo primero que me fijé, como si de una mujer se tratara, fue en su “físico”. Un tocho con todas las de la ley, 1253 páginas que me han ocupado 36 días de apasionante lectura. Cómo se agradecen los libros que los dejas encima de la mesa y se quedan quietecitos, puedes tomarte un café y fumar un cigarro sin que pierdas la página. Con los libros de bolsillo, y en general con los que se encuadernan hoy en día, necesitas una mano ocupada para poder leerlos. Es como todo, los lujos se pagan.
Tras leer Los pilares de la Tierra, que me encantó, seguí la obra de Ken Follet y me defraudó un poco. No digo que sean obras mal escritas ni que no tengan interés, pero los argumentos en general buscan mantener el interés del lector con una historia que cada vez se complica más y concluye, en ocasiones, con un final inverosímil para poder rizar un rizo del que se ha abusado en demasía (la obra que me sacó de quicio al respecto fue Ángeles y demonios de Dan Brown)
Los pilares de la Tierra y Un mundo sin fin son concepciones distintas, mejoradas del resto de la obra del galés. Son obras más trabajadas que, al margen de su longitud, relatan una historia envolvente haciendo uso de una narrativa dinámica. Los grandes escritores nos atrapan más por cómo cuentan la historia que por la historia en sí misma. Ha conseguido el escritor unos personajes paralelos al de la obra madre (Los pilares de la Tierra) donde el bien y el mal, las miserias y las virtudes, se reflejan en unos protagonistas ricos en matices. El propio devenir de la narración nos abre las entrañas de unos individuos que luchan por abrirse camino en una época difícil repleta de cortapisas (religión, costumbres, economía,…) que impiden su plena felicidad, que es el live motive de cada una de las personalidades descritas. Así encontramos que el verdadero héroe de la novela es el personaje que, a priori, más limitaciones presenta.
No nos hallamos con una continuación al uso de Los pilares de la tierra. La historia se sitúa en el mismo marco geográfico pero un par de siglos después. Los protagonistas son descendientes de la obra madre pero ello es más una excusa para enlazar ambas novelas que una necesidad narrativa. Lo que sí unen ambas obras es el motor de la historia: la ambición, los bajos instintos, las miserias humanas, la búsqueda de la felicidad,… de una comunidad encorsetada en unos tiempos donde los usos medievales, la superchería, y la propia Iglesia impiden la felicidad de sus habitantes. Si antes era la construcción de una catedral el marco que ambientaba la obra, ahora es la prosperidad de una ciudad lo que marca el devenir de la historia.

Si me fijé en un principio en su físico, lo que realmente me enamoró fue su interior. Os recomiendo fervientemente la lectura de Un mundo sin fin.


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3 comentarios:

  1. Gran crítica, Sese, estic d'acord amb tu en un 100% Potser t'has equivocat de professió i tot...

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  2. Pues coincido contigo: no me ha gustado tanto como Los pilares, pero he estado enganchadísima y preocupadísima por el bien de Kingsbridge, como tú :)
    A las otras novelas del autor les estoy sacando el gustillo también... No son lo mismo, pero son aceptables.

    Saludos!!

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    Respuestas
    1. Isi: pues ahora ya sabes, el siguiente paso Un mundo sin fin, que también pasa de las 1000 páginas.

      Saludos estivales

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