Entrevistas televisivas

El género de la entrevistas en televisión sigue en caída libre. Caída paralela a la calidad de los contenidos que nos ofrece la caja tonta.

La diversidad de ofertas ha ido en detrimento de la valía de los programas, acaso demasiado esclavos de las audiencias; es lo que nos ha traído la privatización del medio.

Sigo siendo un idealista y concibo la televisión un arma potente para la formación de las personas, la educación de sus clientes, que sirva para hacernos un poquito mejores.

Cuando era una y sola nos quejábamos de ella como arma de manipulación ideológica, y lo era, la apertura del espacio a otras cadenas nos trajo la pluralidad de oferta, la pluralidad de opiniones, pero no a partir de unas opiniones independientes sino a través de la ocupación de los diversos espacios ideológicos en detrimento de la veracidad e independencia de las opiniones y contenidos.

Que sí, que ahora podemos oprimir el botón que se nos antoje, pero en la parrilla televisiva sólo encontraremos blancos y negros, y de nosotros depende que sepamos darle la tonalidad grisácea que se merecen esas gamas, Lo que ocurre es que dudo que estemos preparados para ello. Tendemos a una fanatización ideológica que nos aleja peligrosameante cada vez más uno de otros.

Pero hablaba de la entrevista en televisión y lo que antes era un delicioso momento de relax frente al televisor en el que nos disponíamos a dialogar con el entrevistado con la mediación del presentador/periodista hoy se ha convertido en  poco menos que en una charlotada donde los entrevistados se nos muestran como seres vacíos sin nada que decirnos y cuyo único reclamo para captar nuestra atención  es hacerles hacer tonterías o arrancarles sentencias graciosas pero carentes de contenidos.

Y así vemos que gente con mucho que enseñarnos son tratados superficialmente y nos contentamos con verles hacer un experimento científico popular que ponga en peligro su integridad ya sea física o moral o viendo como un presentador/periodista? entra también en ese juego. Es el peaje que el famoso debe pasar para así publicitar su producto, sea un libro, un disco, una película.... Eso sí, conocerle un poquito más parece que es una tarea que se escapa de los propósitos del programa.

Sí, ya sé que de otro modo es posible que esos programas no los viera nadie y desaparecieran,  pero no pienso renunciar a ser idealista en este (y otros) sentido.

Y todo viene al caso a partir de las entrevistas promocionales que Serrat y Sabina han protagonizado últimamente en los medios de comunicación, y cuentan las crónicas que sólo Julia Otero ha sido capaz de arrrancarle al menos al cantautor catalán lo mucho que lleva dentro y que nos ha mostrado con su música desde hace cuatro décadas.

No me extraña que se le vea a Serrat incomodo en un plato televisivo, si hasta parece que sean los monos del circo los entrevistados y con el pretexto de la promoción de sus productos puedan ser utilizados al antojo de los directores del circo, de este circo mediático que se ha convertido la televisión. 

Y es que para una buena entrevista hace falta un buen entrevistador y alguien que tenga algo que explicar, y  este binomio raras veces se da en nuestra idolatrada caja tonta.

Por ello siempre me declararé en favor de una televisión publica de calidad, qué lejos quedan aquellos tiempos gloriosos que al género que comentamos proporcionó Joaquín Soler Serrano. Hoy para encontrar algo que valga la pena hay que buscar muy mucho en la parrilla televisiva. Que imagino que excepciones haberlas haylas.