Patada en los huevos

Cierto sector de la humanidad estamos de acuerdo que uno de los dolores más dolorosos, uno de los dolores más inhumanos que puede sufrir un individuo es el producido por una “patada en los huevos”, un golpe en los testículos. Quien más y quien menos del sector referido alguna vez ha padecido tan desagradable sensación.

Pero, por qué duele tanto un golpe en  las zonas baJas. Un boxeador de 55 kgs. Puede aplicar una fuerza al golpe en los cataplines de 176 kg. Los testículos acumulan múltiples terminaciones nerviosas que los hacen más vulnerables a este tipo de golpes. Así un golpe en tan delicada zona comportará que los órganos testiculares se incrusten en el abdomen y envíen señales al cerebro a 425 km/h. El cerebro, por su parte, devolverá esas señales en forma de dolor a una velocidad de 3 km/h., razón que explica que ante tal fatalidad nos duela primero el estómago y luego el dolor pase finalmente a las zonas delicadas en cuestión.

Un voluntario en el programa de televisión Sport Science aceptó recibir un golpe (en forma de pelotazo de bola de tenis) en las zonas bajas por 50 dólares y a partir de tal experimento pudieron averiguar los riesgos cardíacos que un golpe de tal índole producía en un joven sano. El resultado fue el siguiente:

La frecuencia cardiaca se considera de riesgo para un joven de 25 años a partir de las 170/180 pulsaciones.

El joven en reposo presentaba 70 pulsaciones, que subieron a 120 cuando se hicieron pruebas del experimento con un cristal delante (frecuencia propia de estar viendo una  película de miedo)

Una vez retirado el cristal en los instantes previos a tan doloroso momento subieron a 145 (frecuencia que se da cuando nos subimos a una montaña rusa).

Finalmente tras el fatal pelotazo en los cataplines las glándulas suprarrenales del joven segregaron adrenalina a cascoporro y la frecuencia cardiaca subió a unas amenazantes 182 pulsaciones por minuto que incluso durmieron el brazo izquierdo del intrépido “conejillo de  indias” que ni que decir tiene que se cagó en todos los muertos habidos y por haber, renegó de todos los santos, divinidades y religiones posibles tras sentir ese dolor tan doloroso, ese dolor tan inhumano que , eso sí, le reportó unos pocos dólares y unos muchos dolores (perdón por el chiste, más típico de Matías Prats que de un servidor).

Fragmento del programa en cuestión y del experimento referido: