El año que odié a Loquillo

Bajo el este título tan sugerente se esconde una pequeña tragedia, un pequeño trauma personal. Vaya por delante que la música de Loquillo y los Trogloditas me gusta pero claro, como diría aquel (premio para quien sepa de quién es la frase) “ya me gusta la chistorra, pero cada día chistorra…”.

Pues eso que sufrí un atracón de Loquillo,un empacho de “A por ellos que son pocos y cobardes”, su disco en directo, por cierto un muy buen trabajo.

Cierto verano escuchábamos asiduamente ese Lp y le pedí a un amigo que me lo grabara para poder escucharlo en el coche.

Así se hizo y pude disfrutar de la música de Loquillo a diario, SIEMPRE QUE ME APETECIERA, en el coche.

El aparato radiocasete era ya viejo en su época, cualquier día me causaría problemas y así ocurrió: cierto día introduje la cinta de Loquillo y al intentar sacarla el botón de extracción (Eject) se atascó y dejó de funcionar. A partir de tal momento estuve obligado siempre que subía al coche y quería oír música (cada día) a escuchar a Loquillo y Los Trogloditas. Un muy buen álbum: Cadillac Solitario, Yo para ser feliz quiero un camión, Ritmo de garaje, El Rompeolas… Pero ya se sabe “ya me gusta la chistorra, pero cada día chistorra…” En definitiva que acabé hasta los cataplines de Loquillo.

Ya lo arreglaré, ya lo arreglaré, pero vago que es uno… Pasaban los día y, subir al coche y “siempre quise ir a L.A, cruzar un día esta ciudad…”, “lunes, martes, miércoles mirando hacia el mar,…”

¡Agggg!, otra vez no, “mañana mismo lo arregló. Y al día siguiente “yo para ser feliz quiero un camión, lilililili…”, ¡uahhhh!, “de mañana no pasa” y mañana: “tu madre no lo dice, no, pero me mira mal…”.

“Me cago en mis muelas”

Y así pasaron los días y los meses, calculo que estuve al menos medio año escuchando a diario a Loquillo, y acabé hasta las pelotas de él. Vamos como del Martini de la primera borrachera adolescente. Hasta que un día me decidí a arreglar la avería. Fui al técnico y solucionó el problema de mi vetusto aparato de audición. Resultado: el negocio del siglo, me clavó una pasta por arreglar un radiocasete que no valía ni la mitad de la reparación.

PERO AL FIN ME LIBRÉ DE LOQUILLO Y LOS TROGLODITAS.

Mucho tiempo pasó hasta  que pude volver a gozar de las magníficas canciones del “A por ellos que son pocos y cobardes”, A día de hoy puedo disfrutar de los temas sin ningún trauma, ni evocar el berrinche que me daba cada vez que subía al coche (aunque “la culpa era yo”).

Y para  demostraros que ya estoy curado os regalo un tema del álbum en cuestión, y aprovecho para recomendároslo si no habéis tenido ocasión de oírlo.

Pd.: peor hubiera sido que el disco “trabado” fuera del Fary, aunque seguro que hubiera reparado la avería al instante.