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martes, 27 de abril de 2010

Una historia esotérica

Sònia Poch vuelve a tener la ambilidad de colaborar en Embolica que fa blog. Esta vez con este asombroso relato. Ni que decir que, por nuestra parte, posee toda la credibilidad y por ello lo publicamos convencidos de la veracidad de la historia (la explicación de la misma ya es cuestión de cada uno).
Moltes gràcies:

Señor Pepe puede dejarme hacer pipí solo, por favor?
(Un relato con nombres ficticios y hecho real)


Una nueva y joven familia había decidido instalarse en un pueblo de la comarca del Penedès. Al tratarse de un pueblo pequeño la noticia corrió como la pólvora. Nos gustaba la idea de poder conocer a gente nueva y darnos a todos un poco de aire fresco. El matrimonio García vino acompañado de un niño pequeño de un año llamado Pol y un perro que se llamaba Pipo. Habían pasado ya 2 años desde esa primera impresión y la familia Puig, que les alquilaba el domicilio, estaba francamente contenta por su rigor en los pagos y del modo tan cuidadoso de cuidar la casa.
Hacía ya unos días que el pequeño Pol había empezado ha hacer cosas anormales en su comportamiento habitual. Analizar el comportamiento de un niño de tres años no era fácil. Mercedes estaba contenta porqué Pol ya hacia más de 6 meses que orinaba sólo en el baño, sin ayuda de sus padres. Hasta que una mañana se dio cuenta de que le niño iba al jardín trasero de la casa a orinar al lado de un manzano.
Mercedes no quiso decir nada, pensó en primera instancia de que se trataba de una excepción ya que el baño se encontraba en la segunda planta de la casa, y al tratarse de un niño pequeño, podía ser lógico que no aguantase el tiempo suficiente para subir arriba. Pasaban los días y vio que el niño repetidamente prefería ir al baño acompañado y si no podía ser, bajaba rápidamente las escaleras y se dirigía al jardín para orinar de nuevo en el manzano. Inclusive había días que Pol se plantaba delante de la puerta del baño dudando de entrar y Pipo, el perro de la familia, lo acompañaba ladrando con insistencia.
Mercedes un poco cansada de la situación habló con su marido Pablo, y se arrodillaron un día delante de Pol y le preguntaron con calidez el motivo por el cual iba a orinar al manzano en lugar de ir al baño. Pensaban que a lo mejor el niño había adquirido un mal hábito, pero la respuesta del niño les confundió más todavía. Pol les dijo sin pelos en la lengua que no quería ir al baño porqué siempre que iba le miraba un señor. Y no quería hacer nada en presencia de extraños. Los padres reaccionaron asombrados. Le dijeron que no había nadie así en casa, y Pol sin dudar de lo que sus ojos estaban viendo les repitió de nuevo lo que pasaba. -No quiero ir al baño, hay ese señor que me mira. _Quien es ese señor? -No lo sé. -Que hace ese señor?-Me mira. I se ríe.- Como es éste señor? Lleva puesto un sombrero y lleva un bastón en la mano.- Los padres, Mercedes y Pablo, se enfrentaban a un problema que nunca en la vida se habrían imaginado encontrarse.
Era la imaginación de Pol? Mercedes y Pablo buscaban respuestas a la descripción detallada de su hijo, era extraño, no habían fotos antiguas en la casa, tampoco en la de sus abuelos maternos ni paternos. No era una familia de colgar retratos del abuelo o del bisabuelo.
La situación no cambiaba, Pol y Pippo se incomodaban en el baño, uno evitando entrar en el y el otro ladraba de vez en cuando al pasar por delante. Mercedes ya perdida entre tanto fenómeno extraño, decidió hablar con un psiquiatra infantil. El niño fue sometido a un examen exhaustivo a petición de los padres y nunca le encontraron ningún indicio de anomalía o una suma extra de imaginación infantil. Al final Mercedes decidió hablar con los señores Puig. Claro que la situación era un poco delicada, como le preguntaría a la señora Maria?, que le podría decir?. En fin que agarró al toro por los cuernos y la llamó. Le dijo que Pol llevaba unas semanas haciendo cosas poco habituales y que le daba cosa entrar en el baño, porqué según decía, había un señor en el baño que le miraba mientras orinaba.
María, sorprendida no supo que decir, entonces Mercedes le preguntó si la casa donde vivían era muy antigua y María le respondió que sí, por lo menos era de principio de siglo, más o menos de 1907. Mercedes le preguntó por los inquilinos de la casa y le comentó de que vivieron allí los tíos de su marido, el señor Puig. Una vez fallecidos sin descendencia directa dejó en herencia las tierras y la casa a su sobrino. María y Mercedes quisieron ver entre tanto misterio una posible explicación pero ninguna de las dos quería decirla en voz alta, por no creer ser víctimas de un brote de locura temporal. Pero las ganas de saber que pasaba pudieron más que las posibles habladurías y María se dirigió al cajón del bufete para sacar las cajas de las fotografías. Con cuidado sacó una caja de color rojo de terciopelo y otra de piel marrón. Apartó la roja y se trajo la marrón. Se sentaron en las butacas de la sala de estar y abrieron la caja. María empezó a pasar retratos de forma rápida y ligera hasta que se detuvo en una y dijo en voz alta, aquí está! -Cogió la foto y le enseñó la misma a Mercedes. Se trataba de un hombre de una edad ya considerable, estaba sentado en una butaca en la entrada de la casa, con un sombrero de paja y un bastón. Llevaba una camisa blanca y unos pantalones de los cuales no se distinguía de que marca ni que tipo de tela se trataba. En los pies llevaba unos aposentos típicos en Catalunya, conocidos como espardenyes de set betes, negras y con la suela de cáñamo.
María le explicó que se llamaba Pepe y que la mujer que estaba al lado era Felisa, su mujer. Los dos vivieron en esa casa des de el día que su padre les entregó las llaves después de la boda con Felisa. Era tradición en la familia de construirle una casa al hermano menor de la familia para poder así entregarle su dote. Mercedes le pidió a María que le dejase un momento la foto y se la llevó a su casa para enseñarse la a su hijo, a ver si podía sacar algo en claro.
Al llegar a casa su marido estaba dormido en el sofá y le despertó. Le explicó que había ido a casa de los caseros a explicarle el problema de Pol. Pablo le dijo con ironia, -No té han tomado por loca?- Y se rió haciendo broma para sacar un poco de tensión al asunto. Le explicó lo que María le había contado y que le había prestado la foto de los antiguos propietarios de la casa. Pablo lleno de curiosidad le quitó de las manos la fotografía y se la miró con atención.
Cuando Pol llegó de la guardería le dieron su merienda, y dejaron la fotografía encima de la mesilla del salón. Pol una vez terminó de merendar se bajo de la silla y empezó a pintar un libro de dibujos para colorear, al mismo tiempo tenia un cochecito que lo hacia girar de vez en cuando por encima de la mesilla hasta que, según como contó la madre, se paró delante de la fotografía de Pepe y se la miró con interés. La cogió y se acercó a la madre y sin titubear le dijo: -Mama, éste es el señor que me mira cuando hago pipí.
La madre y el padre sobrecogidos se asustaron. Y el niño no entendían nada y la madre le pidió a Pablo que se quedara con el un momento. Cogió la fotografía y la devolvió a María. Mercedes le explicó lo que su hijo había hecho y se le pusieron les pelos de punta sólo de pensarlo.
Empezaron a preguntarse muchas cosas, pero lo más importante era como conseguir que Pol fuese al baño con normalidad. Así que Mercedes habló con tranquilidad con Pol y le dijo: -Cada vez que bayas al baño y encuentres a Pepe me lo dices y le diremos que té deje hacer pipí tranquilo. Mercedes le explicó con mucho amor que se llamaba Pepe y que no era malo y que no tuviera miedo, ya que no le haría nada. Mercedes se ponía las manos en la cabeza, solo de pensar lo que le estaba explicando al niño y más siendo ella una licenciada en psicología.
Pues así fue, Pol y Pipo estaban de nuevo en el baño y el perro empezó a ladrar, Pol llamó a su madre y le dijo: Mama! El señor Pepe está aquí. Y Pipo quiere morderle. Mercedes entró en el baño y cogió por la cintura a su hijo y le giró suavemente hacia la puerta. Le preguntó: -¿Donde está Pepe? Está ahí en la puerta mama.-Señaló con el dedo Pol.- -Que hace Pol? Me saluda y se ríe. –De acuerdo Pol. Ahora le vamos a pedir por favor que té deje hacer pipí tranquilo, solito, vale?- Vale mama. - Mercedes no se podía creer nada de lo que estaba haciendo, pero debía hacer algo para ayudar a su hijo. - Señor Pepe puede dejarme hacer pipí solo, por favor? Y le preguntó a Pol. Té ha respondido hijo? No mama, se ha reído y me ha dicho adiós.
Ves que bien, a partir de ahora cada vez que vayas al baño y esté Pepe ahí le pedirás lo mismo, vale?- Si mamá.
Pepe no volvió ha aparecerse en la vida de Pol. Sea la imaginación de un niño de tres años o no, fue un extraño fenómeno que irrumpió en una familia joven no creyente. Al poco tiempo, los padres les convencieron de comprar una casa nueva al lado de dónde vivían y se marcharon por un lado con tristeza por que era una casa que les encantaba y por otro con aquel alivio extraño de pensar que ya no volvería a pensar en Pepe cada vez que entraran en el baño.

Sònia Poch Galisteo

4 comentarios:

  1. Wa... ¡Impresionante relato, sí! Qué bien no tener que ver a gente que me mira en el baño...

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  2. Ufff vaya, me ha dado un poco de repelús la verdad. Y encima cada vez que vaya al baño pensaré en si alguien llamado Pepe (y que no esté vivo) me mira..ay!

    En el fondo estas historias me gustan, pero...no se no se

    Saludos

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  3. Bueno, ja coneixia la historia,...je,je,...
    Un cas més de la presencia de un "espectre",.de una persona morta, en una casa.
    Un cas documentat i real.
    Interesant casa per fer una psicofonia....
    Seria interesant saber (dificil), per qu aquesta persona seguia a la casa, una vegada morta,..i no habia pasat altres plan astrals...

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  4. Tremendo. Yo ante estas cosas de tan difícil explicación me decanto por creérmelas a pies juntillas. La vida me parece más apasionante con fenómenos paranormales rodeándonos. Soy así de novelero xD

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