El polo de mi vida

Ayer me comí un Drácula. Vaya pedazo de polo. Hace al menos 30 años que todos los veranos como Dráculas. Al principio, de una forma natural, porque era lo que tocaba, a esa edad y en verano. Ahora quizás por que cualquier año de estos lo quitan del cartel de Frigo, y siempre me quedaría la pregunta de "¿porque no pasé más tiempo con él cuando todavía estaba vivo?".

El Drácula se ha mantenido durante años sin evolucionar, al contrario de lo que hicieron los cucuruchos/frigolines/cornetos/cuores/... , y sin desaparecer, como lo han hecho el frigurón, el frigopié, o el capitán cola (algún día le dedicaré un post al segundo mejor helado de la historia).

El Drácula sigue vivo. Por algo será:
fresa, vainilla-que-se-derrite-si-no-corres, y cola por encima. El mejor helado del mundo.

Me trae recuerdos de verano. De pequeño, durante la época estival, me iba al bar del pueblo regentado por "el Pere", me postraba con mis 35 pesetas (o lo que costara ese verano) a la izquierda del todo de la barra, donde estaba el frigorifico con los helados y el cartel del verano con los polos de la temporada y sus precios. La cosa solía ir entre el capitán cola y el drácula. Sería la época del Naranjito. También consumía Dráculas en la picina, regentada por "el Macà". La piscina, tan distinta a como es ahora. Creo que en esa época la piscina del pueblo era en blanco y negro, o como mucho en color desteñido de los 80. Recordar este helado me trae recuerdos de la infancia, y creo que por eso lo sigo y seguiré consumiendo verano tras verano mientras dure.

Otra cualidad que tiene es que durante otoño, invierno y primavera ni me acuerdo de él. Sólo en verano. Es más que un polo. A poco que dure 30 años más, habrá sido el rollo de verano de toda mi vida. Larga vida al Drácula!