Tunel de lavado

De niño, de muy niño, los tuneles de lavados de coches me producían un miedo atroz, la sensación de encierro, el constante martilleo del agua y el cruel azote de las esponjas gigantes, las tiras de secado,... eran elementos que perturbaban la sensación de solaz y la tornaban en un pánico de fácil explicación una vez considerados los factores descritos.

Son miedos los infantiles de difícil justificación en el mundo adulto: la oscuridad, los animales, las películas, el dibujo animado menos pensado,... Modifican conductas y adivino yo que algo tendrán de positivo a la hora de formar al futuro adulto que el tiempo nos permitirá ser.

Son miedos que con el paso del tiempo se transforman en recelos, fobias o simplemente cambian de forma.

Así, la semana pasada, volví a un tunel de lavado y donde antes veía monstruos que saldrían de detrás de las cortinas de espuma, tela y agua ahora veía ingentes aparatos que golpeaban con violencia la carrocería de mi vehículo, con alto riesgo de abollarme el coche. Donde antes sentía una sensación de encierro ahora sufría esa sensación de no haber encarado bien el coche en los raíles de tracción y que armaría la marimorena en el tunel, ...y me abollaría el coche y donde antes estaba la figura patrernal para superar esas angustias ahora sólo disfrutaba de una billetera para pagar el "módico precio" por un servicio del cual no siempre quedas satisfecho


En fin, los miedos, como la energía, no se destruyen, se transforman