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lunes, 18 de mayo de 2009

Los caballos de las llanuras

El aclamado "indiólogo" Josep Bartolí, asiduo colaborador en Embolica que fa blog, nos vuelve a ofrecer un intersante artículo (moltes gràcies)
Vamos a tratar un tema esencial en la historia del Oeste, la llegada del caballo a América del Norte. Para ello seguiremos la descripción que hizo de ello Frederic Remington considerado uno de los mejores, sino el mejor, pintores del Oeste americano en el siglo XIX.
Se ha considerado siempre al caballo del Norte de África en todas las épocas como el prototipo de belleza y velocidad entre las diversas razas de caballos.

Los árabes introdujeron en España este tipo de caballo, llamado ahora “español”, que tiene más de árabe que de otra cosa. Es de suponer que los jinetes que tomaron parte en la conquista del Oeste como los caballeros que montaron estos equinos fueran de esta raza preferida a otras del Norte de Europa.
Si se quiere seguir el desarrollo de las razas caballares en América y su gradual adaptación al territorio hay que empezar por la época de la conquista de México.
Cuando Hernán Cortés salió de Cuba para iniciar la conquista llevaba dieciséis caballos pagados a precio de oro. No son éstos los que dieron el punto de partida de la raza que se formó después en el país, puesto que aquéllos murieron todos al cabo de poco tiempo. Fueron otros traídos en sucesivas importaciones los que originaron dicha aparición.
Cabe señalar que en las abrasadoras tierras mexicanas dichos caballos debieron encontrarse como en sus tierras de origen. A medida que los españoles avanzaban hacia el norte fueron perdiendo muchos caballos tanto por vicisitudes de guerra como por robos perpetrados por los indios.
Así si bien en México el caballo salvaje apareció en fecha relativamente temprana, tardó bastante tiempo a llegar las tierras del Norte. El explorador La Salle vio caballos de ascendencia española entre los indios Comanches, sin embargo eran cada vez más difíciles de encontrar cuanto más al norte.
Hacia 1680, en la época de La Salle, el padre Hannepin habitaba entre los Sioux tenía que hacer largos recorridos a pie para cazar los bisontes por no disponer ningún tipo de montura. Está claro que los caballos se desarrollaron libre y rápidamente en las secas llanuras de México y Texas pero es difícil determinar en qué momento dichos caballos estuvieron la alcance y fueron utilizados por los indios del Norte.
Los indios Cheyennes narraban en sus leyendas que siempre habían tenido caballos, sin embargo parece más un producto de su vanidad y su prestigio como buenos jinetes puesto que ciertamente se sabe que antiguamente no tenían caballos.
Fue en las llanuras donde las razas equinas alcanzaron su pleno desarrollo. Allí había buenos pastos y los animales se criaron libremente tanto los salvajes como los criados por los indios que no se preocuparon mucho a cruzar los mejores ejemplares por el miedo a que fueran robados.



Tampoco en el Sur hubo cruces por el hecho de que los caballos salvajes dispersaban con frecuencia a las yeguadas de los indios por lo que también impedía una buena selección. Con frecuencia se ha puesto en duda si el “pinto” de Texas es una raza en sí misma o un cruce de varios caballos de varios colores. Esto es lo más probable porque el caballo berberisco tuvo siempre u pelaje de un solo color.



El caballo del Norte de México, llamado “español” raras veces ofrece una variedad de dos colores. Por su aspecto está considerado como el mejor de su raza, siendo el resultado de los esfuerzos realizados para mejorar su raza. Los mexicanos mantenían a las yeguadas cerca de sus ranchos para poder vigilarlas mejor.

Debemos buscar en el caballo “español” del Norte de México al antepasado del “bronco”. Estos tienen un buen desarrollo muscular, por lo general son bayos (color blanco amarillento) y los rasgos de su cabeza recuerdan a la raza berberisca.


Muy semejante al “bronco” es el llamado “mustang” (ver imagen), que vive sobre todo en la costa del Pacífico. En general se denomina “mustang” a cualquier caballo con buen aspecto. Esta raza criada bajo condiciones menos favorables a las del caballo español en México fue antiguamente muy famosa sin embargo hoy ha perdido su aspecto primitivo al haber sido mezclado con otras razas.
Remington lo definía como un animal con cuerpo alargado con patas finas y muy útil para el trabajo el vaquero.
La edad de oro del “bronco” acabó cuando la gran corriente migratoria sajona invadió las llanuras. Su vida en libertad también acabó la mayoría fueron domesticados y utilizados en trabajos por los hombres blancos. Para encontrar auténticos caballos salvajes hay que ir hacia el sur.
Cabe señalar que Remington está hablando a finales del 1800. Hoy en día vuelven haber caballos salvajes tras un periodo en que estuvieron al borde de la extinción.
Se puede afirmar que entre los legados de los españoles dejaron de su estancia en América no existe ninguno de tanto valor como el caballo.
En territorio indio, dentro los Estados de Arkansas y Missouri vive un caballo al que llaman “jaca cherokee”. Es peculiar de esas regiones, es un caballo pequeño y con manchas de varios colores, abundante crin y gruesa cola. Remington cree que esa raza procede de la parte oriental de América donde es muy apreciado.
Señalaba que el mejor lugar para estudiar a los jacas es cualquier campamento indio. Estos siempre han apreciado lo que la Naturaleza les ofrece, adaptándose a sus leyes. No almacenan forraje para el invierno, confían en la corteza de los árboles para alimentarlos lo que a veces puede poner en peligro la supervivencia de los caballos.
Cuando llega la primavera vuelven a estar lustrosos. Sin embargo no son bonitos de aspecto pero sí muy resistentes.
Por último señalar que en los valles del noroeste de las montañas Rocosas, la cría caballar resultaba productiva, la especie llamada “cayusa” de muy buen aspecto tomó el nombre de una tribu india y se diseminó por todo el país. Muy apreciada por los ganaderos de las regiones montañosas y muy apto para el transporte. Sin embargo no todas sus cualidades son suyas sino que proceden de una especie que sus antepasados se cruzaron y que fue importada del Oeste. Estos caballos se llamaban “de Oregón” y eran descendientes de los mustang.

Josep Bartolí Reyes

3 comentarios:

  1. Comentarte sólo que en la edad media (cuando el descubrimiento de américa) el caballo de raza español era muy diferente al actual, era más de carga, tipo bretón, y muy diferente al de raza árabe.

    El árabe es un caballo pequeño, ligero y de perfil "cuadrado". El español actual sí se parece... pero tampoco es que sea el mismo: quiero decir que no por estar en España se le llama español, pues son razas bastante diferenciadas. Lástima que no pusieras una foto del árabe para comparar.

    Ahora de lo que pasó en América, ni idea :(

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  2. Isi, corto y pego la respuesta del autor del post:

    "Respecto a tú cometario decirte q la denominación "español" como en general las demás del artículo son poco precisas. Frederic Remington no lo concreta por qué seguramente era difícil determinar el orígen exacto de cada raza después de años de correrías por las llanuras y el cruce y evolución de las mismas.

    El caballo llega con los españoles por tanto la denominación español parece más aplicada en razón de la procedencia de los introductores del caballo, los conquistadores españoles, que el orígen exacto de los mismos sean españoles, árabes, bereberes etc. o a un cruce entre ellos."

    Un saludo

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  3. Yo ni, ni idea d razas de caballos, solo se k.los he.montado desde k era un nino, y se k l espanol , el arabe y otras razqz son muy hermosas, incluyendo al mustang,

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