De niño estás cargado de manías y prejuicios alimenticios que a lo largo de los años acabas derribando. No me gustaba la fruta, no me gustaba la verdura, no me gustaban los pimientos, no me gustaba el pescado…Pero claro, todo tiene una explicación y una evolución llamémosla psíquica que ha permitido que mis papilas gustativas permuten esa sensación, casi diría yo intuición, de mi niñez. La fruta no es que me pirre pero ahora la tolero e incluso me he acostumbrado a un diario zumo de naranja que si me falta lo añoro (sobretodo lo añora mi "sistema de evacuación de excrementos"). La verdura ha seguido similar camino, sin ser un fan incondicional, sí el cuerpo me la pide con cierta frecuencia y puedo incluso disfrutar de su ingestión. El caso de los pimientos es paradójico pues la única razón que de infante tenía era que no me convencía ese color rojo tan brillante (claro que ésa no era la excusa oficial). El pescado era un caso análogo, no me gustaba entretenerme separando espinas para comer cuando ese tiempo podía emplearlo en otras cosas más de mi agrado (escuchar música clásica*) para tan temprana edad. Hoy considero el pescado un suculento manjar que se encuentra entre mis preferidos (el pimiento también) aunque sigue siéndome incómodo el tema de las espinas (si bien la variedad del producto permite por lo común esquivar esta traba).
Otras comidas que antes no toleraba ahora no me importa ingerirlas aunque ello no suponga ningún éxtasis ni placer gustativo para mi organismo. Incluso cuando en programas de cocina** veo preparar productos tales como garbanzos, habas y otras legumbres llegan incluso, en ese momento, a apetecerme
También se da el caso de otros alimentos que habiéndolos probado no me gustan. Es el caso de los dátiles, el membrillo, el hígado***,….
Y en último lugar están los aguacates:
No me gustan los aguacates. Es una afirmación gratuita y sin lógica, pero no me gustan los aguacates.
No he probado nunca los aguacates pero puedo aseverar sin riesgo a equivocarme que no me gustan los aguacates. Es imposible que esté errado porque no pienso catarlos en mi vida (ni que me halle en una isla desierta), ¿Quién puede demostrar lo contrario? La textura que se adivina y el color no me convencen, es más, me crean grima.
Concluyendo
NO ME GUSTAN LOS AGUACATES
y, además
YA TENGO UNA EDAD PARA TOMAR ESTA DECISIÓN
****
Aclaraciones:
* obviamente mi prioridad en esa época no era tan enriquecedora costumbre, acaso podamos sustituir esta pedante a la vez que falsa aseveración por un más cotidiano a la par que verídico “”ir a jugar”
** es curioso el caso digno de estudio psicológico. Hay que ver lo que me gusta ver programas de cocina y lo poco que me gusta -y lo poco que sé- cocinar.
*** antaño los médicos lo recomendaban para que los niños esquifadillos como yo crecieran. Aunque ahora creo que lo desaconsejan pues en el hígado se concentran todas las toxinas y otros elementos nocivos que se ingieren
**** quisiera pedir disculpas lector que haya llegado a este punto por la inutilidad de esta reflexión paranoica que he plasmado en este post. Aunque me reconoceréis que quien más quien menos tiene sus rarezas "alimenticias " (¿o debieran llamarse "alimentarias"?)
Hasta otra
Uys, pues a mí me encanta el tema que has tocado! Además, comparto varias cosas (debe ser que somos de la misma quinta, jaja). A mí de pequeña también me obligaban a comer hígado, intentando convencerme de que era un alimento completísimo, con mucho hierro y muy necesario para el crecimiento. Patrañas. Olía asqueroso, sabía peor y ahora lo desaconsejan por todo lo que comentas (en mi caso además porque tiene colesterol hasta hartarse).
ResponderEliminarSobre las verduras, yo hacía lo que mi madre llamaba "el rosario": iba haciendo un círculo alrededor del plato con todo lo que no me comía: guisantes, pimiento, zanahoria, cebolla... cualquier cosa que no fuera carne o patatas XDD Agradezco a mi madre que me obligara a comerme después ese rosario de verduras, porque si no a día de hoy sería una persona muy limitada gastronómicamente hablando.
Lo de que con los años cambia el gusto es totalmente cierto! Hasta bien entrada la adolescencia no soportaba ni los espárragos ni la remolacha y, de repente... pum! Un día me los comí y me encantaron, y hoy por hoy me apasionan.
Lo del aguacate requiere capítulo aparte. Yo sí lo he probado y, desde entonces, puedo decir con conocimiento de causa que NO SOPORTO EL AGUACATE!! Me esperaba una textura crujiente, como la de cualquier otra verdura cruda puesto que esaba en una ensalada y me encontré con aquella cosa pastosa... argh, que mal recuerdo por favor :D
Por contra, me encantan las legumbres que a mucha gente no le hacen excesiva gracia.
saluditos!
Adoro los webos fritos con ajitos, sobre todo los domingos por la mañana pa desayunar, además me encantan como huele y sin embargo, odio los webos duros y la peste que...ajjjjj
ResponderEliminarToitos somos raros...
Shaluditosss
Lillu: yo no sé si hacía "el rosario" pero lo que seguro que hacía era una bola enorme en mi boca con el condenado hígado (antes de tragarlo). Sí, será verdad que fomentaba el crecimiento, pero de los mofletes. Así los niños de entonces eran todos mofletudos. Y el aguacate es esa textura pastosa que me hace desconfiar de su apetencia. Gracias por confirmarme las sospechas al respecto
ResponderEliminarSaludos
Chulima: también me pirran los huevos fritos y no me gusta la yema del huevo duro. Lo mismo me pasa con la cebolla, la del bocata de hamburguesa me encanta y la cruda no me gusta. A veces la textura de los alimentos también influyen en nuestros gustos
ResponderEliminarSaluods
Sese, déjame que haga tu primera fase extensible a mi persona:
ResponderEliminar"De niño estás cargado de manías y prejuicios alimenticios que a lo largo de los años acabas confirmando".
Abrazos
Sommer: algunas intuiciones infantiles se han confirmado y otras se hasn derribado, según sea el caso.
ResponderEliminarHasta otra