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lunes, 30 de marzo de 2009

Tecumseh: el indio que no quería luchar

El aclamado "indiólogo" Josep Bartolí, asiduo colaborador en Embolica que fa blog, nos vuelve ha ofrecer un intersante artículo (moltes gràcies)


Tras la muerte del gran jefe Ottawa, Pontiac, ocurrió un hecho históricamente trascendente para la historia de Norteamérica y las naciones indias. Las trece colonias americanas consiguieron la independencia de Gran Bretaña.
Desde un principio la actitud oficial del nuevo Estado fue el de evidente hostilidad hacia los indios al igual que había ocurrido con la administración británica. La solución era el “winning of the west”, la conquista del Oeste. Por Oeste había que entender todo el territorio situado al oeste de las ex trece colonias.

Pontiac había conseguido con su lucha contra la colonización británica la declaración oficial de que todo este territorio pertenecía a los indios de forma exclusiva. No hace falta señalar que todo ese territorio era la parte más grande de Norteamérica.

Los Estados Unidos decidieron apropiarse de ese territorio sin lucha. El modus operandi sería el siguiente, se trataba de concertar cientos de miles de contratos de compra para despojar a los indios de su territorio a cambio de un precio fijado por contrato. Los teritorios así adquiridos podían luego adherirse “legalmente” al territorio de los trece excolonias. Una vez adheridos ya se podían colonizar “legalmente”.

Para defenderse contra esta conquista jurídica de los territorios indios lo primero que tenían que hacer los indios era aprender. La mayoría de luchadores indios han resistido heroicamente con las armas en la mano, antes y después de este periodo, pero ¿había también entre los indios un hombre que pudiera enfrentarse con los políticos y juristas, que comprediese la nueva estrategia de conquista y pudiera defenderse de una forma adecuada?

Efectivamente, este hombre se llamaba Tecumseh, jefe de la tribu de los Shawnees que poblaba el que hoy es el Estado de Ohío (EE.UU.). Nacido en el año 1768 en su lengua Tecumseh significa “ el león de la montaña (puma) que se agacha para saltar”.

Después de algunos choques entre americanos e indios en que éstos salieron victoriosos, los blancos enviaron a comerciantes a tratar con los indios y con mucho más éxito. En el llamado tratado de Greensville de 1795 con los Shawnees y por veinte mil dólares en mercancías ya habían adquirido los dos tercios de Ohío. Pero Tecumseh rechazó la parte que le adjudicaron, “ yo no he vendido mi tierra” respondió. La mayoría de su tribu estaba de acuerdo con él y lo eligieron caudillo.

Además de oponerse al tratado Greensville Tecumseh pronosticó que los blancos tampoco respetarían la nueva frontera trazada por el tratado. Diez años después al oeste de Ohío había el territorio independiente de las tribus indias llamado Indiana. En 1800 se nombró un gobernador con el único propósito de comprar nuevas tierras a los indios.

En esta situación, Tecumseh intervino. Frente al intento de liquidación política sin lucha de los indios propuso una solución igualmente política, quiso crear una unión de todas las tribus indias de Norteamérica. Pero no como la que fundó Pontiac en el siglo XVIII para tiempos de guerra sinó también en la paz.
Su objetivo era la formación de un Estado propio para los indios con sus leyes, su gobierno y naturalmente su ejército. Esta idea política la apoyaba también su hermano Temskwatawa que tras una enfermedad que se le daba por muerto despertó y explicó una visión del “Señor de la vida” que pedía que los indios volvieran a sus creencias originarias y abandonaran los inventos de los blancos, especialmente la bebida de alcohol.

Pronto se convirtió en un profeta y su residencia en un santuario de los Shawnees. Sus éxitos a diferencia de su hermano que actuaba de forma más discreta llegó a oídos del gobernador de Indiana llamado Harrison. Todo esto produjo una gran preocupación en él, condenando a Temskwatawa pero además dio una astuta exigencia: para que realmente creyera que ha sido enviado por Dios debía hacer un milagro…
Y el milagro se produjo. Hoy no sabemos qué conocimientos de astronomía tenía pero lo cierto es que predijo con exactitud el día y la hora de la “muerte del Sol”, un eclipse total de Sol. Dicha porfecía pareció increíble a indios y americanos y Temskwatawa se convirtió en un personaje conocido y respetado por todos los indios de Norteamérica peregrinando muchos de ellos hacia la ciudad del profeta. Cabe señalar que un eclipse total de Sol sólo se repite una vez cada varios siglos en un determinado lugar.

En las últimas conferencias Tecumseh ya exigía a los americanos no tratasen a los representantes de tribus indias sueltas sino “fundamentalmente con los responsables de todo el pueblo indio”. El gobernador Harrison que juzgaba desdeñosamente a los indios en un informe al Gobierno americano reconocía que si Tecumseh no viviese cerca de EE.UU. podría crear un imperio indio como el de los aztecas o incas.
Tecumseh, a parte de su facilidad de palabra y fuerte atracción era un viajero incansable. Siempre visitando a las diversas tribus para convencerlas de sus propósitos con diversa fortuna. Al cabo de siete años consideró que los preparativos eran prometedores y los dió por terminados.

A pesar que los esfuerzos de Tecumseh iban dirigidos a unificar a las tribus indias que vivían fuera del territorio de los EE.UU., muchos políticos americanos consideraron la iniciativa como extremadamente peligrosa. Por lo que decidieron hacer callar al gran jefe indio. Para ello asignaron una fuerza militar al gobernador Harrison para atacar a los indios a la vez que se hacía público dicho ataque.

De éste modo Tecumseh el indio que no quería luchar como le definíó el estudioso M.Stingl, tuvo que incitar finalmente a los miembros de aquella unión que él había imaginado para la paz, a la guerra. Así volvió a viajar de tribu en tribu para conseguir hombres y armas.

Llegaron muchos guerreros al poblado Tippecanoe, santuario Shawnee. Pero ocurrió un hecho inesperado que dio al traste con todo el esfuerzo de Tecumseh.Temskawatawa por exceso de protagonismo o por visionario o por ambas cosas, no tomó en serio a su hermano y creyó que sólo su fuerza, que era la potencia del profeta haría de Tippecanoe la capital de la Unión india y que él vencería a las tropas americanas. Creyó que su momento había llegado y su magia podria vencer a los invasores. Una imprudente y ciega maniobra hizo el resto. Sin esperar la llegada de Tecumseh convenció a los indios reunidos en Tippecanoe que salieran del poblado en busca del enemigo blanco y que sus poderes mágicos protegerían a los guerreros.

Todo el esfuerzo de Tecumseh durante tantos años fue en balde. La ceguera de Temskawatana llevó a los indios directamente ante las balas de los soldados americanos. Fue el 11 de noviembre de 1811 que el profeta indio de la forma más incompetente y estúpida ya sea por el ansia de gloria o por impaciencia y no esperar a Tecumseh arruinó en un solo día el trabajo de muchos años.

Los guerreros indios fueron aniquilados y a Tecumseh sólo le quedó la posibilidad de unirse con los guerreros supervivientes a otro enemigo de los Estados Unidos. Si Pontiac se había unido a los franceses para luchar contra los británicos, Tecumseh se unió a los británicos para luchar contra los americanos.

Pero esta vez los indios luchaban por intereses ajenos y el plan de Tecumseh había perdido su base. Así con rango de general luchó al lado de los británicos en esta guerra anglo-americana hasta el 5 de octubre de 1813 en la batalla junto al Thames.

Con su muerte acabó también la idea de una Unión India.

Josep Bartolí Reyes

2 comentarios:

  1. Desde luego éste artículo es muy bueno. Me gusta tu forma de narrar los acontecimientos, las historias, todo lo que cuentas en cada uno de tus artículos. Frases bien construidas sin caer en el error de la pedantería. Me gustan tus artículos, para mi de lo mejor del blog.

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  2. Muchas gracias por tu amable comentario, aumenta la motivación para seguir escribiendo sobre estos temas tan interesantes y a menudo tan desconocidos.

    Gracias de nuevo, el autor de los artículos,

    Josep Bartolí Reyes

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