Piticlín, piticlín, piticlín,… y dos piticlines más
Ring, ring, ring,….
No contestan, son las nueve de la mañana la Comercial X debería ya estar en marcha y contestar mi llamada.
Dejo pasar diez minutos, son las nueve y diez minutos de un lunes cualquiera, horario laboral adecuado para realizar la llamada en cuestión
Piticlín, piticlín, piticlín,… y dos piticlines más.
Ring, ring, ring, y unos cuantos más, esta vez he tenido más paciencia.
Al otro lado: "Digaaaaa..."
-“¿El señor Álvarez?, por favor.”
Hasta aquí lo corriente, si bien la voz ronca del otro lado no parece la típica de una telefonista de una empresa más o menos seria.
-“Me cago en la puta de oros, es que no son horas, me cago en tó lo que se menea, estoy hasta los güevos de que me llamen a casa doscientas veces al día preguntando por el puto señor Álvarez, llevo más de medio año contestando el teléfono. Que ya no tiene este número, cómo coño se lo he de decir, haga el favor de llamar a telefónica que estoy hasta las pelotas de esa situación… A tomar por culo, adiós.”
Yo: “ah vale….
(se activa mi cerebro y estudia una respuesta adecuada a este improperio de retórica de dudosa elegancia. Este señor me ha faltado el respeto con sus palabras. Pero, por otra parte, me pongo en su lugar y mi estado anímico no sería mejor que el de mi interlocutor.)
Así pues:
…. Lo siento adiós.”
La verdadera víctima de esta situación, que debe ser más corriente de lo que todos desearíamos, es el desdichado interlocutor de mi inoportuna llamada. Me siento en cierto modo causante, que no culpable, de su desazón aunque sólo sea con este minúsculo grano de arena. Espero que el buen hombre se haya desahogado y que no se repita más esta desagradable tesitura. Por mi parte el enfado ha durado las décimas de segundo que he tardado en analizar la respuesta a mi llamada telefónica. Desgraciadamente el infortunado interlocutor es posible que periódicamente siga siendo víctima de este equívoco.
Ring, ring, ring,….
No contestan, son las nueve de la mañana la Comercial X debería ya estar en marcha y contestar mi llamada.
Dejo pasar diez minutos, son las nueve y diez minutos de un lunes cualquiera, horario laboral adecuado para realizar la llamada en cuestión
Piticlín, piticlín, piticlín,… y dos piticlines más.
Ring, ring, ring, y unos cuantos más, esta vez he tenido más paciencia.
Al otro lado: "Digaaaaa..."
-“¿El señor Álvarez?, por favor.”
Hasta aquí lo corriente, si bien la voz ronca del otro lado no parece la típica de una telefonista de una empresa más o menos seria.
-“Me cago en la puta de oros, es que no son horas, me cago en tó lo que se menea, estoy hasta los güevos de que me llamen a casa doscientas veces al día preguntando por el puto señor Álvarez, llevo más de medio año contestando el teléfono. Que ya no tiene este número, cómo coño se lo he de decir, haga el favor de llamar a telefónica que estoy hasta las pelotas de esa situación… A tomar por culo, adiós.”
Yo: “ah vale….
(se activa mi cerebro y estudia una respuesta adecuada a este improperio de retórica de dudosa elegancia. Este señor me ha faltado el respeto con sus palabras. Pero, por otra parte, me pongo en su lugar y mi estado anímico no sería mejor que el de mi interlocutor.)
Así pues:
…. Lo siento adiós.”
La verdadera víctima de esta situación, que debe ser más corriente de lo que todos desearíamos, es el desdichado interlocutor de mi inoportuna llamada. Me siento en cierto modo causante, que no culpable, de su desazón aunque sólo sea con este minúsculo grano de arena. Espero que el buen hombre se haya desahogado y que no se repita más esta desagradable tesitura. Por mi parte el enfado ha durado las décimas de segundo que he tardado en analizar la respuesta a mi llamada telefónica. Desgraciadamente el infortunado interlocutor es posible que periódicamente siga siendo víctima de este equívoco.
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Yo entiendo perfectamente al señor, de acuerdo, no son formas pero....
ResponderEliminarMi número de teléfono es muyyyy parecido al del centro de salud y fffff la de veces que han llamado a casa a pedir cita para el médico, incluso han dejado mensajes en el contestador diciendo....soy fulanita de tal y quiero cita para tal doctor a tal hora....Yo alucino
Pero la verdad es que nunca fui tan borde cuando llamaban, aunque a veces me hubiese apetecido hablar como el protagonista de tu post.
Bienvenidooooo y besos
bienvenido y esperando que ya relajado todo este mejor que nunca, abrazos
ResponderEliminarA mi me llaman constantemente para encargarme camiones de grava y arena aufff!! y ya el otro día les dije que sí, que se lo mandaba jajajaj.
ResponderEliminarSi digo que no, siguen llamando igual, cualquier día les paso la factura :P
Qué tal el estres post- vacacional, te ha afectado?
5 Besos, niño
Pobrecillo, qué aguante.
ResponderEliminarRecomendaría que cambiara de número de teléfono, así no habría mas equivocaciones jeje.
Me alegro de tu regreso^^
¡Gracias por pasarte!
Ah, y te agrego a mi lista de blogs^^
jajaja es que el sindrome postvacacional es muy malo!!!
ResponderEliminarbesos!
Ilu, es que en el tono del infortunado interlocutor se apreciaba más la impotencia por la situación que un odio hacia mi persona. Espero que no le molesten mucho
ResponderEliminarBesos
Maria Cristina, muchas gracias, esperemos que así sea.
ResponderEliminarUn abrazo
Dianna, pues nada, cuando puedas me mandas para acá unos cuantos quilos de cemento.
ResponderEliminar5 besos
Ladyluna, buen consejo, aunque si me hubiera atrevido a sugerírselo, es posible que el tono de su respuesta hubiera sido más hiriente
ResponderEliminarGracias por enlazarnos (por supuesto tú también lo estás)
Nos leemos
En las nubes, esto sucedió antes de vacaciones, aunque no creo que le importe mucho al desdichado receptor de la llamada lo del síndrome post-vacacional, jeje.
ResponderEliminarUn beso
Marchando!!!
ResponderEliminarMuchos besos y cemento
:P
Jaja que buen caracter Sese, no sé si yo hubiera hecho lo mismo...
ResponderEliminararkadas ..., es que la voz del infortunado denotaba más impotencia y desesperación que odio y mala leche. Pobre señor.
ResponderEliminarBesos