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domingo, 27 de octubre de 2019

Cambio de hora: el jet lag de los pobres



Supongo que leí esta ocurrente reflexión en algún tuit o vete a saber dónde. 

El caso es que odio el cambio de hora que implica el que anochezca antes, soy más de luz que de oscuridad, más de sol que de sombra (aunque confieso haber ingerido algún solysombra ocasionalmente), más de calorcillo que de fresquito, más de playita que de esquí, más de camiseta que de abrigo, más de terracita que de local cerrado…

Y el presente cambio de hora implica que aumentan las cosas que me entristecen y disminuyen las que me placen. Y esto irá a peor hasta el próximo 22 de diciembre,  fecha en la que iniciaremos la cuenta atrás para disfrutar más tiempo del señor sol.

Y la única ventaja de este cambio de horario es que dormimos una hora más la noche del sábado al domingo ¡Pues vaya!, ¡qué tontería! qué más da levantarme a las 12 o a las once si no tengo ningún despertador que me obligue a ello.

Si al menos el cambio de hora fuera  de jueves a viernes… al menos dormiríamos una hora más un día que de verdad lo apreciaríamos.

Así pues lanzo esta propuesta a quien corresponda y ruego que la tenga en consideración ya sea a nivel colectivo (cosa que reconozco que tiene sus impedimentos) o a nivel individual. Que sí, que reconozco que para turnos laborales nocturnos mi propuesta es complicada y por ello lanzo una contraoferta innegociable:

EL PRÓXIMO CAMBIO DE HORA EN OCTUBRE ME PIDO HACERLO DE JUEVES A VIERNES, Y EL RESTO DE LA HUMANIDAD QUE LO HAGA COMO HASTA AHORA  ENTRE EL SÁBADO Y EL DOMINGO

Ya si acaso, para más adelante exigiré que esté prohibido entrar o salir a trabajar siendo de noche, que eso deprime mucho y uno no rinde lo que ha de rendir.

miércoles, 3 de julio de 2019

El día que la música murió

El mítico tema de Don McLean incide en ese fatídico 9 de febrero de 1959 cuando en un accidente aéreo perdieron la vida  Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper. Pioneros del Rock and roll que fueron nos fueron arrebatados y con ellos gran parte de una música que no conoceremos nunca.

Pero muchas son las fechas en la que la música muere, y lo hace un poquito cada vez que nos abandona un músico, uno de esos creadores que nos lleguen allá donde sólo la música puede llegar.



También el 3 de julio es una de esas fechas, con dos años de diferencia acabaron sus días dos grandes figuras.. Brian Jones, "desterrado" poco antes de los Stones por su irrecuperable adicción a las drogas,  su caída en picado quién sabe si por el abandono de Anita Pallenberg y su posterior romance con Keith Richard(s) y el "ninguneamiento de éste y de Jagger hacia su persona, que fue su estocada definitiva. Jim Morrison, o mejor ya entonces James Douglas Morrison, también en extrañas circunstancias fue hallado muerto por Pamela Coursin (la "Yoko Ono" de los Doors) en la bañera de su domicilio en París  por un ataque al corazón, versión oficial. Pero en definitiva, también víctima de las drogas

Ambos con problemas respiratorios y ambos muertos en extrañas circunstancias que aumentaron el mito de sus figuras hasta nuestros días, que si Jones fue asesinado por algún traficante al que debía dinero, que si Jim Morrison fingió su muerte y hoy vive anónimamente quién sabe dónde...




También el rock hispano tiene su efemérides al respecto, y ésta es en mayo, cuando con pocos años de margen perdían la vida dos de los fundadores de Burning, Toño Martín y Pepe Risi, dejando el timón de la mítica banda en manos de Jonnhy Cifuentes hasta nuestros días (aunque parece que la llama de Burning se acaba....

lunes, 20 de mayo de 2019

Perder Vs encontrar dinero



Si hubiera una fórmula matemática que expresara la relación emotiva que supone el disgusto de perder dinero al placer de encontrarlo seguramente no sería proporcional al montante del extravío o del hallazgo del mismo.

El caso es que el otro día perdí 20 euros por la calle, justo antes de abrir el portal de casa, dìme cuenta cinco minutos después de haber entrado ya en el domicilio, estando seguro de cómo y dónde lo perdí, repito, justo antes de abrir el portal acudí raudo al lugar del crimen. El ascensor aún en mi piso, un octavo. Buena señal Tras descender observo que aún no se ha hecho de noche (pasadas las nueve de la noche). Mala señal.

Abro la puerta del portal y me cagó en .... ni rastro del billete de 20 euros. Instintivamente miro alrededor a ver si veo alguna mirada culpable que delate al afortunado a la par que espero que nadie se dé cuenta de mi desazón por haber hecho el primo.

Es más la sensación de impotencia que la pérdida en sí (y eso que soy catalán, y como diría la Bombi "y eso dueleeee").

Tras renegar todo lo  posible y cuando se me pasa el berrinche recapacito al respecto y el bagaje de perdidas y hallazgos de dinero es claramente desfavorable. Más mal humor que intento paliar con aquello de que la justicia cósmica me resarcirá de tal equilibrio y a la larga la balanza se nivelará. Luego ya discutiremos sobre el ipc de tal operación  (y es que si encuentro el billete de 20 euros de aquí veinte años, maldita la gracia, que no podré tomarme ni un café con él cuando hoy podría tener un menú diario bastante apañadito.

Pero recapitulemos, llegado el caso que recupero ese déficit, y si encima fuera  fuera de una vez, la alegría producida no sería equivalente en ningún caso a la tristeza producida por la pérdida acumulada (y os aseguro que no es nimia). Porque tras la euforia inicial no pudiera dejar de pensar en que ese dinero lo ha perdido alguien y quién sabe si realmente le ha producido un cataclismo importante.

¿Alguna anécdota al respecto?

¿Me ayudáis a hallar una fórmula matemática que iguale tal paridad?

¿Vuestro computo global de pérdida vs hallazgo de dinero en la calle refleja superàvit o acaso también, como en mi caso refleja un déficit apabullante?

Ya me contarèis, o no, como gustéis.


lunes, 22 de abril de 2019

Tierra

Nos recuerda Google que hoy es el día de la Tierra, así, con mayúsculas.

Y qué mejor excusa que ésta y una bella canción para crear un post tal cual éste




Y con esto y un bizcocho hasta otro día a las ocho, y si no estáis, no os lo reprocho, que ese día igual trasnocho.

Os dejo con la letra de la canción, acaso las únicas letras aprovechables de este post que me ha salido muy pocho:

Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa
Y ahora está tan cerca, casi ya la puedo oler
Y espero cada vez más próximo al final
Ya puedo sentir tierra seca tras la arena mojada
Y no me da la gana de pensar que nada es para siempre
Si esta canción se acaba que acabe el mundo para todos
Todos somos nada sin las palabras dime qué nos queda
Y vuelven algunas rimas a mi mente cansada
Partes de guiones que creía olvidadas
Melodías que una vez pensé que iba a perder
Se tornan ahora bellas y valientes sinfonías
Y hace tiempo que yo ya me fui, yo siempre me estoy yendo
Pero siempre estoy contigo, aunque aveces pienses que no hay nada
Cuando me quedo mirando como si estuviera ausente
Es porque estoy viajando, no pienses que voy a perderme
Sí, ya sé que el mundo seguirá girando cuando ya no quede nada
Y nosotros vaguemos por la historia como simples hombres solitarios
Reyes que perdieron todo, todo lo que tanto amaban por quererlo demasiado
Y lo intento cada día ser todo lo que había imaginado
Y me encuentro que la vida siempre tiene algo preparado
Que supera cualquiera de mis fantasías
Nada comparado con lo que realmente sucedía
Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa

domingo, 31 de marzo de 2019

Males endémicos: el mundo según Frank Zappa



Leyendo las memorias de Frank Zappa advierto, dentro de su peculiar modo de advertir la realidad una gran dosis de coherencia en su análisis de la sociedad americana.

Sin abandonar su excentricidad, sí que denotan sus palabras más cordura que las de reconocidos analistas que sólo nos venden demagogia barata.

A veces es útil abandonar los parámetros que determinan una visión sesgada  de los hechos y ponernos las gafas de Zappa y ver el mundo desde su punto de vista. Obviamente no comparto algunas de sus visiones, es posible que, exageradas de todos esos vicios, injusticias que la humanidad ha reconocido como inevitables o inherentes al género humano o daños colaterales de la sociedad del bienestar, llamémoslo como queramos pero en el fondo no es más que un engañabobos. Pero esa desmesura sirve también para detectar y comprender mejor el fondo de la cuestión.

Y su visión del mundo, más que memorias sería un tratado de cómo Zappa ve la sociedad de su tiempo, nos permite reflexionar sobre muchas de esas cosas

Hace ya treinta años de estos sabios pensamientos y lo triste es que siguen vigentes hoy en día.

Os dejo con un fragmento de uno de estos "discursos", que en este caso comparto en su totalidad, y dado que nace de un genio del siglo XX es al menos digno de consideración:


"Nuestro sistema escolar prepara a los jóvenes para que sean ignorantes con estilo: ignorantes funcionales. No se prepara a los estudiantes para que manejen instrumentos como la lógica. No se les dan criterios con los que discriminar entre lo bueno y lo malo en cualquier producto o situación. Están listos y preparados para funcionar como compradores autómatas de los productos y conceptos ofrecidos por un complejo militar-industrial multinacional que necesita un Mundo de Bobos para sobrevivir.Si eres tan hábil como para realizar cualquier tipo de trabajo y tan bobo como para tragarte las banderitas, todo te irá 'bien'. Pero si te aventuras más allá, correrás el riesgo de sufrir repentinos problemas estomacales y migrañas.Creo que las escuelas de Estados Unidos tienen un programa de Búsqueda y Destrucción dirigido a detectar cualquier rastro de pensamiento creativo que muestren los estudiantes. Estos planes de estudio alguien los diseña. Estos libros de texto alguien los redacta. Alguien establece esos estándares. Alguien comprueba que todo va bien. Hay alguien que se gasta muchísima pasta en todo esto."



sábado, 16 de marzo de 2019

A Dios pongo por testigo… el desenlace



Comentaba la semana pasada que  este domingo tenía una misión especial y, debo deciros, que la he cumplido.

Sí: he desayunado un donut de chocolate y uno normal.

Armado de valor he completado la ardua labor que me prometí llevar a cabo esta semana.

Llegado al local en cuestión he superado mi catalanidad, manifestada esta vez por el afán de no malgastar: he huido de la oferta de dos donuts del mismo sabor por 1,30 euros y he optado por lo que realmente me apetecía: un donut normal y uno de chocolate para acompañar el café con leche en el desayuno. Qué más da, un  día es un día y si hay que gastárselos, qué caray, se gastan.

Dicho y hecho: reclamo mi menú, me dispongo a pagar y, ¡oh, sorpresa!, me cuesta 2,60 euros. Es decir lo mismo que me costaba la oferta de dos donuts, pero siempre del mismo sabor.

¿Se habrán equivocado?, ¿habrán ampliado la oferta y ahora también incluye mi elección? Qué más da, el caso es que “me callo como una puta” (de dónde vendrá tal expresión) y pago religiosamente. Eso sí me ha parecido intuir una extraña mirada de la  camarera encargada hacía la que me sirve, quién sabe si recriminándole que  me está cobrando de menos sin querer decírselo en mi presencia. O quizás son sólo paranoias que me monto fruto de la tensión del momento. Sudores fríos: no olvidéis que me estoy ahorrando unos centimillos - y eso para un catalán son palabras mayores - con tal hipotética confusión, con tan tensa situación.

Y fin de la historia, fin de este  miniserie blogueril de dudoso interés. Ya concluiréis vosotros mismos la moraleja de la situación.

Ahí lo dejo, y no descarto un spin-off o una segunda parte de la serie que bien podría llamarse:

“Sese y los sudores fríos por ahorrarse uno centimillos”.

Sí ya lo sé, lo mío es digno de estudio… y el caso es que voy a peor.

Hasta la próxima

domingo, 10 de marzo de 2019

A Dios pongo por testigo que la semana que viene desayunaré un donut normal y otro de chocolate




Un domingo cualquiera, típico, cotidiano me lleva a un calmado desayuno sin ningún reloj que me recuerde la obligación de finalizarlo antes o después. Vamos, un tiempo para uno mismo que  disfruto ya sea con un libro entre manos o con auriculares en mis oídos o  ambas cosas a la vez, que no son incompatibles.

El primer paso en este ritual consiste en ir al local en cuestión  (la cadena de panaderías 365, pedir en caja, pagar y recoger el producto para consumir cómodamente en su interior) y elegir el menú. Y como a diario repito el típico cruasán y  relaxing café con leche siendo domingo una fecha especial “tiro la casa por la ventana”  e ingiero un par de donuts y el  mencionado líquido elemento. Es posible que aquí me salga la vena catalana o tire del tópico que somos unos tacaños y tal y cual pero la verdad es que me apetece siempre un donut normal y otro de chocolate, y nunca tomo tal combinación porque hay una oferta de dos unidades por 1,30 pero siempre que sean los dos dulces del mismo tipo. Así siempre opto por dos donuts normales o dos de chocolate para acompañar el café, según sea el caso.

El caso es que esta mañana he optado por dos de chocolate quién sabe si desde el subconsciente maldiciéndome por  no elegir uno de cada como en el fondo me apetece.  Hasta aquí todo normal, como cada semana. Dos chicas que me seguían en la cola han pedido también y veo que una de ellas lleva dos donuts  normales para acompañar el café.

He estado tentado de proponerle un cambio de  dulces para que cada uno tuviéramos uno de cada. Pero, creo que con criterio, he decidido no hacerlo. Mis intenciones obviamente no eran malas, pero considero que hubiera sido una  especie de intromisión gratuita en su intimidad que acaso no hubiera sido juzgada con la inocencia desde la que estaba planteada.

No hubiera sido descabellada una respuesta a tal solicitud tal que “pues si quieres uno de cada te compras uno de cada”, ‘ya pero es que la oferta son dos del mismo sabor’, “pues te gastas 50 céntimos más y tendrás uno de cada y no tendrás que molestar al prójimo, que ya eres mayorcito y no creo que seas uno de esos adolescentes que su papi le da una paga semanal y ha de mirar por  cada céntimo que gaste”, ‘perdona, tienes razón, no era mi intención quedar como un cretino’ ZASCA!!!!

Claro que tampoco hubiera sido descabellado una respuesta tal que “no, lo siento es que soy alérgica al chocolate y por eso me pido dos normales”, el resultado hubiera sido el mismo pero me hubiera ahorrado el ZASCA!!!!

Claro que también hubiera podido ocurrir que “claro, me haces un favor, a mí también me  apetece uno de cada pero como la  oferta es ésta…” ‘qué bien!!!, muchas gracias. Espero veros cada domingo aquí para repetir la operación’ y acaso hubiera sido el INICIO DE UNA BONITA AMISTAD.

¿Hice bien?, ¿hice mal?... Chi lo sa. Será uno de tantas incertidumbres que me llevaré a la tumba.

Pero eso sí:

 ¡¡¡¡¡A DIOS PONGO POR TESTIGO que la semana que viene desayunaré un donut normal y otro de chocolate!!!!!

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