The wrestler (El luchador)

The wrestler es una sobria y sencilla película dirigida por Darren Aronofsky que abunda en el recurrido tema de los ídolos deportistas caídos: el difícil ocaso de aquéllos que en algún momento han alcanzado la fama y ahora la vida no les sonríe. Podríamos hablar de que es el típico film del boxeador acabado. Sólo que en vez de boxeador es un luchador. Además el modo de filmar también huye de los anteriores productos al uso. A menudo con la cámara al hombro y casi a modo de documental el director nos describe el duro ocaso de este luchador en el declive no ya de su carrera sino de su vida. Cuán difícil es volver al mundo de los “normales” cuando has vivido en un mundo sino ficticio sí paralelo al que debes afrontar cuando tu vida deportiva se acaba.

Mickey Rourke (Randy Robinson) nos ofrece una impecable interpretación. La duda es saber si no se está interpretando a sí mismo y si sería capaz de abordar otros registros. En cualquier caso un gran trabajo que no hubiera desmerecido un Oscar (si bien la apuesta era arriesgada) A su lado una también admirable Marisa Tomei en un difícil reto que sin duda supera con creces. Completa el reparto Evan Rachel Wood, que encarna a la hija de Randy

Es una producción de limitado presupuesto que hubo de aprovechar reales veladas de combates para en los descansos, y con público real, grabar las escenas de lucha. Tampoco tenían dinero para cerrar un supermercado para filmar por lo que los clientes a quien Mickey Rourke atiende son reales lo mismo que los productos que dispensa. Tanto es así que el encargado “real” del supermercado hubo de recriminar a Mickey que no pusiera los precios de lo que vendía de un modo legible para que las cajeras pudieran cobrar los diversos productos.

También aparece un personaje que le proporciona anabolizantes y esteroides de modo ilegal al “Carnero”, así se llama el luchador, y que en la vida real fue juzgado por venta ilegal de este tipo de fármacos

En definitiva, una película sin grandes concesiones que considero que consigue lo que pretende: explicar una historia no demasiado original a través de la fuerza que tienen sus personajes principales.