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domingo, 8 de marzo de 2009

Hacer el ridículo


La definición de hacer el ridículo es:

“situación humillante que sufre una persona y provoca la risa y la burla de los demás”.

A esta explicación le añadiría algunos matices de índole personal que completan la terminología que tratamos. No creo que haga el ridículo aquél que es consciente de ello. Hacer el ridículo en ocasiones requiere que la reacción de los “jueces” sea contraria a la deseada por el “actor principal”. Hace el ridículo aquél que quiere hacer reír y no lo consigue, aquél que se cree chistoso y no lo es,… es decir el que no logra la reacción lógica o deseada. Así humoristas, políticos,… hacen continuamente el “ridículo negativo”. Es posible que haya sucumbido a este tipo de ridículo pero o no he sido consciente de ello o mi memoria lo ha borrado de su archivo por el bien de mi salud psíquica (o quien sabe si es que simplemente no os lo quiero explicar)

En otras ocasiones la sensación de ridículo es irreparable e imprevisible pues deriva de una situación inesperada. Y es aquí donde quiero ir a parar, quién no se ha caído en plena calle o ha sufrido una tesitura caprichosa y cruel que ha castigado el decoro de su persona,… Éste es el ridículo disculpable y risible pues en sí mismo es irreparable e impredecible. Creo todos hemos sido víctimas alguna vez de este “ridículo positivo”.

Así dos situaciones que me han sucedido:

Iba camino de la facultad y tras aparcar el coche me dirigía a clase. Era después de comer y a la modorra consiguiente se le unió la habitual falta de puntualidad. Cóctel explosivo que deparó una situación de aquellas de decir “tierra trágame”. Caminaba con cierta celeridad entre los coches, la acera y los pilones metálicos que impiden a los vehículos estacionar donde no deben cuando atisbé dos bellas estudiantes que en un plazo de diez metros se iban a cruzar conmigo. El sendero era angosto y ante el cruce inminente opté por arrimarme a las barras metálicas para que las tres personas que debíamos compartir el estrecho espacio no tuviéramos ningún percance. Pero no fue así, el que sufrió el percance fue un servidor. Tanto me arrimé a los pilones que uno de ellos se quedó enganchado en mis tejanos y propició un corte en la pernera de los mismos de tal modo que mi poco musculosa extremidad inferior izquierda quedó al descubierto para goce (o penitencia) de las chicas que disponían a cruzarse conmigo. Fueron instantes incómodos para los tres protagonistas de esta historia. Las mozas intentado disimular como aquel que no se ha percatado de lo que ha pasado: cosa que no consiguieron pues súbitamente cesaron su despreocupada charla y tras fijar su vista en el trozo de carne que tuve a desgracia exhibir lucharon por reprimir los innatos deseos de descojonarse en mi cara. Yo mismo también disimulando, intentando con mi actitud quitarle importancia a lo sucedido y mandando órdenes a mi cerebro para que el rubor de la vergüenza que estaba pasando no se manifestara en la tonalidad de la piel de mi rostro. Nadie consiguió su propósito: me imagino la mofa y escarnio que la situación causó a las lindas estudiantes que disfrutarían de mi “actuación” en el justo momento que me perdieron de vista. En fin, lo pasé fatal aunque tuve suerte de que pude coger el coche y volver a casa para restablecer una decorosa vestimenta. Peor hubiera sido si hubiera tenido que usar el transporte público para volver a casa. No hay mal que por bien no venga.

Hará cosa de un mes salía de casa. Encendí un cigarro. Era el último de la cajetilla y me dispuse a tirar el trozo de cartón ya inútil, todo lo provechoso (o mejor dicho, nocivo) del mismo ya moraba en mis pulmones. La papelera más cercana estaba rodeada de agua. Un charco, fruto de las continuas lluvias de los últimos días, me separaba del recipiente requerido por mi cívica educación. Consideré la posibilidad de que los bajos de los tejanos se mojaran ante el trayecto de debía recorrer para depositar el desecho en la papelera y opté por apoyar únicamente el talón de mi bamba en el suelo para tan peligroso trayecto. Craso error. El suelo era de baldosa y el agua lo hizo altamente resbaladizo. Resultado: irreparable patinazo que dio con mis huesos en el suelo, en medio del charco. Un instinto estúpido, creo que bastante general, hizo que intentara salvar del estropicio el cigarro que mi mano aguantaba con lo cual el resultado fue aún peor. Total, que la parte derecha de mi vestimenta quedó totalmente empapada para goce y deleite de quien tuviera la suerte de contemplar tan desdichada situación. En este caso no estoy seguro de que nadie viera la escena y puede desahogarme con una exclamación verbal de dudosa elegancia lingüística. En otras palabras, que me cagué en la madre que parió al charco, la lluvia y quien tuvo a bien de colocar la papelera en tan inoportuno lugar. La suerte una vez más es que estaba cerca de casa y pude “volver a casa para restablecer una decorosa vestimenta. Peor hubiera sido si hubiera tenido que usar el transporte público para volver a casa. No hay mal que por bien no venga.”

Hasta otra

16 comentarios:

  1. Uf, yo tengo un par de esas también guardadas en la memoria, mal que me pese. Tengo un gran sentido del ridículo y enseguida me ruborizo cuando me pasa alguna estupidez de ese estilo y noto que han podido verme. Tu caída en la papelera me ocurrió de forma muy similar pero en los dos escalones de un bar, también mojados por la lluvia. Cigarro en mano (por entonces yo aún fumaba) y bolso en la otra pegué un resbalón y vi mis pies delante de mi cara antes de caer con toda mi espalda en el escalón. Por supuesto no solté ni el cigarro (que me seguí fumando después) ni el bolso, aunque todos los clientes del bar tuvieron que ayudarme a levantarme y necesité una bolsa de hielo durante casi una hora por el dolor. Pero el cigarro que no me lo toquen XDD

    Y no te preocupes, tú al menos pudiste volver a casa en coche para cambiarte... Yo tuve que soportar una cagada de paloma en el pelo, mal limpiada con un kleenex, mientras volvía a casa caminando durante un trayecto más bien larguito. Cosas ridículas que pasan, efectivamente, pero que levante la mano el que no tenga tres o cuatro de esas guardadas!!

    saluditos

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  2. Ciertamente, Lillu, alguien debería investigar ese estúpido instinto que nos hace mantener lo que tenemos en la mano, por poco valor que tenga, cuando nos caeamos aun a riesgo de nuestra integridad física. Yo también acabé de fumar el cigarrillo, eso sí, de muy mal humor, faltaría más :-)

    Un saludo

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  3. Jajaja y a quién no le han pasado esas cosas? Es como la que va tranquilamente caminando por la calle oyendo música despistada de todo el mundo exterior, se da de bruces con una farola y cae al suelo hacia atrás del impacto. Y en plena gran vía. Aunque creo que el intento de levantarte y mirar hacia los lados para ver si te ha visto alguien o hay alguien descojonándose y hacer como 'que no me ha pasado a mí' es todavía más ridiculo jaja. Una servidora des pistada... y torpe. Un saludo Sese!

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  4. No puedo ni contarla.........
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  5. Arkadas, ¿por qué será que todos disimulamos cuando nos pasa algo así? Aunque nos partamos la crisma hacemos como que no ha pasado nada. Será por pasar desapercibidos y negar que hemos hecho el ridículo, digo yo.

    Un saludo

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  6. MBI, pues es una lástima que no la puedas explicar, ahora nos dejas intrigados ;)

    Un saludo

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  7. La anécdota que voy a contar sucedió en Dublín. Los pubs allí tienen fama mundial, sí. Y dispensan todo tipo de marcas de cerveza y whisky. Bueno, todas no. El famoso whisky Dyc segoviano no lo conocen ni en pintura, afortunadamente.

    El tema es que vino una amiga de Madrid a visitarme y, al cerrar el pub, los dueños nos invitaron a un trago. Yo pedí mi habitual pinta de Heineken, pero ella pidió un "Dyc with coke", lo que suena igual, claro está, que un "dick with coke". La cara de mis amigos era todo un poema. Y ella, sin darse cuenta de lo que estaba pidiendo, continuó explicándose diciendo "with coke it tastes better". Yo no sabía dónde meterme.

    Me niego a traducir al castellano. Si alguien no lo pilla, que consulte en un diccionario, pero que no lo diga nunca en un pub irlandés :)

    Salud!

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  8. Ouch sí todos tenemos anécdotas así para contar, el otro día iba con mi sobrino, de 2 años y nos subimos al elevador, iba además de nosotros un señor, al entrar notamos un desagradable olor y mi sobrino me preguntó en voz bastante alta: ¿por qué huele mal? ¿este señor se echó un pedo? y yo sólo me puse roja, roja, y me volví sorda y muda hasta que nos tocó bajar, afortunadamente en el piso siguiente.

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  9. Agradezco,No Surrender, que no hayas traducido la expresión, así nos ahorramos tener que poner dos rombos al post. Si ya lo dice el cantautor de dudosa calidad musical y nula valía literaria: "tiene nombres mil el miembro viril".
    Acostumbra a pasar que cuando metes la pata todo lo demás que haces es para acabar de cagarla; pobre chica: "con coca cola sabe mejor" ja ja im presionante.

    Un saludo

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  10. Clauminara: seguro que ese corto trayecto de un piso se te hizo eterno. Son situaciones embarazosas ante las cuales ni siquiera te puedes desahogar con el autor de la pifiada. ¡Ay los niños y la llamada "santa inocencia"!

    Un saludo

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  11. Dios jajajaja. Qué post más realista porque... quién no se ha visto en una de esas?

    Besos, muchos, niño

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  12. Pues sí, Dianna, real como la vida misma cuando la vida misma se empeña en reírse de nosotros.

    Besos

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  13. Jaaaaaaaaaajajajajjajaja te imagino espatarrao en el charco y me parto me partoooo jajaja :P

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  14. Eso ríe, Sandra ríe, que ya sabemos que a quien más quien menos le ha pasado algo similar, y a tres tiempos.

    Un beso

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  15. jajjajajajjajajjajajjajajja!!!!!!!!!!! me he reído muchisimo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    la del charco es muy muy muy buena!!!!!!!!!!!

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    1. PUMÍ: bueno, al menos creo que no me vio nadie, y fue al lado de casita

      Un besico, maña

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