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viernes, 24 de abril de 2009

Pensamiento Militante 1


Hace años dejé fluir a borbotones mi mente en una serie de escritos a los que llamé Pensamientos Militantes. El contexto personal en que me encontraba en el momento de redactarlos, era algo distinto al actual. En realidad la gran diferencia es que se trata de reflexiones realizadas desde la perspectiva de un hombre de 26 años.

Guardados en una vieja carpeta, escritos a máquina, hoy he vuelto a repasarlos. Quizá su redacción denote la efervescencia y la determinación de la juventud. En realidad no son más que ideas de un concepto ante la vida disgregadas de mejor o peor manera, pero pienso que a día de hoy pueden resultar perfectamente contemporáneas. Sin duda la lógica melancolía que azota a un ser humano en determinadas ocasiones, ha obrado como llave de vuelta para recuperar esos pensamientos guardados en la trastienda de una vida que lenta pero puntualmente se acerca a la madurez.

Confieso mi ignorancia a la hora de saber calificar y clasificar lo escrito, pero creo que es hora que vean la luz. Quizá sea espeso, quizá a alguien le parezca obvio o insustancial, pero ahora a los 39 años creo que es momento de mostrar el caudal de pensamiento que fluye de este que suscribe.

Si tuviera que resumir en un título a día de hoy esta reflexión, creo que el adecuado seria;

INCONFORMISMO MILITANTE

Existen muchos paradigmas, la familia, entendida como vida plena, la entrega, el ser por ser o por el contrario recibir y ser querido. ¿Quien vive más y mejor la vida?, ¿quien se aferra a su individualidad?, ¿quien no transige?, ¿quien espera la excelencia?, o por el contrario aquel que entra en la rueda de la llamada ortodoxia políticamente correcta.

Se muestra al trasgresor, como un líder, como a un poste de guía, se le ve como alguien a quien admirar pero a la vez se reconoce que es una meta inalcanzable. Se envidia al que vive intensamente, sin ataduras tanto morales como de conciencia. Se anhela siempre aquello que no se tiene, pero sin embargo, aquellos que marcan tendencia, aquellos que arrastran a la masa, los que mueven y agitan el mundo, normalmente en su interior, cuando se miran para adentro, son infelices, se sienten defraudados y sucumben fácilemnete al desanimo y a la depresión producto de constatar su soledad.
Es una extraordinaria paradoja, normalmente la masa busca un faro que la guíe, sin saber que quien se postula como estandarte, acaba solo y desamparado ante los avatares de la vida y las consecuencias de sus actos. Nos hemos acostumbrado a que piensen por nosotros, a que gobiernen por nosotros a que nos allanen el camino. Pensar, discernir, preguntar, en ocasiones son planteamientos molestos que comportan problemas que no queremos asumir. ¡Ya habrá alguien que tome el toro por los cuernos!, mientras nosotros nos dejamos llevar por el reguero ignominioso de la vida fácil. Tener criterio no está de moda, mantener la integridad es sinónimo de ridículo. Tenemos la desfachatez de criticar a quienes nos guían porqué no son escrupulosos, cuando nosotros en la gran mayoría no somos mas que una estafa, una careta. Mentimos, si señores, mentimos día a día, hora a hora, no somos conscientes pero nuestra integridad se pierde a través de nuestras alcantarillas personales. Somos muy dignos cuando nada tememos perder, somos intachables en conversación sobre terceros, pero cuando hay que tomar partido, huimos como ratas despavoridas ante el reventón de un desagüe. Me cuesta creer en esta sociedad, ni en quien dirige nuestros caminos ni sobretodo en la masa muda, acostumbrada a la mojigatería de la crítica y la reclamación banal, pero incapaz de dar un paso adelante para mostrar una ruta, un camino.

Vivimos en un mundo de impostores y lo fácil es criticar a quienes nos gobiernan, pero no nos damos cuenta que si tenemos parásitos en nuestras instituciones es porqué todos, y cuando digo todos no me dejo nadie en el tintero, somos unos cobardes que no sabemos ponernos en nuestro sitio. No sabemos marcar nuestro terreno. Es inherente y básico en el hombre-animal la marca de la propiedad, y sin embargo vivimos anestesiados esperando que nuestro futuro nos lo marque una entelequia de gobernantes cuyo único y final objetivo es pasar su trance vital lo mejor posible.

El ideal se ha perdido y por ello tenemos lo que tenemos. Existe un rechazo creciente a la clase política. No niego que tal desprecio es merecido, pero debemos reflexionar. Durante el primer tercio del Siglo XX se vivió una situación parecida. Prestigio bajo mínimos de la clase política, crisis económica, separación acuciante entre ricos y pobres. Ello redundó en un hastío popular sobre las instituciones, sobre los gobiernos. Abonó un caldo de cultivo que finalmente concretó en regimenes totalitarios que acabaron por destruir toda cohesión social.

Entonces algunos se agarraron a la Utopía que se contraponía a esos regimenes totalitarios, pero ahora sabemos que ello carece de contenido y solución, conocidos los devaneos y evolución de los pueblos donde esta cuajó.

Solo tenemos un camino si no queremos volver a caer en los errores del pasado. Responsabilidad personal y colectiva. Individualismo bien entendido. Conciencia y crecimiento de la aceptación de los valores primarios como norma de conducta. Debemos actuar, basta ya de somnolencia. Tomemos partido desde la individualidad y el asociacionismo popular sin pasar por la ortodoxia parlamentaria. En el bar, en la tienda, en el mercado, marquemos tendencia, mostremos nuestro inconformismo. Si, a un compromiso vital positivo y valiente, no, a la suma muda de la masa callada. Rompamos el sistema desde dentro sin chanzas imposibles. Tomemos partido y rebelemos nuestra identidad primaria ante el colectivo.

Debemos reconquistar un inconformismo vitalista, desde la mente de todos y cada uno de nosotros, para llegar a una verdadera sociedad de hombres libres. Basta de excusas y parapetos, vivamos según nuestra conciencia sin recabar en que vaya a pensar tal o cual.

Apostemos por el criterio, la lógica y el sentido común individual, para confeccionar una sociedad de ciudadanos inmunes a la manipulación. Creemos un muro difícil de franquear para quienes pretenden hablar por nosotros.

No son meras palabras en un papel, es una actitud ante la vida, es una rebelión contra la norma. Recobremos el ser persona, el ser racional y busquemos en nuestro interior aquello que realmente nos motiva para luego afrontar en común nuestro devenir.

Todo este razonamiento se resume de manera escueta.

Traza tu camino, no dudes, tu y solo tu eres dueño de tu destino, … no dejes que lo creen por ti… alcanza tu cima, maneja las cuerdas.

Pensamiento Militante

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