Durante meses hemos hablado de Bruce Springsteen en este blog. Hemos opinado, hemos deseado su concierto con ansia... En fin, que era todo un acontecimiento. Y este acontecimiento pasó en Barcelona el último fin de semana.
Realmente, de todas las crónicas que he hecho hasta ahora, esta es con mucha diferencia la más difícil. No creo que sea nadie para opinar sobre los demás, pero encima tener que hablar sobre un tipo al que llaman “Boss”... vamos, que da un poco de cosa. Así que intentaré hacerlo lo mejor que pueda sin decepcionar...
El tema es extenso, porque Bruce Springsteen & the E Street Band llegaban a Barcelona con doble cita en el monumental Camp Nou. Apróximadamente 150.000 espectadores y más de 6 horas de música. Sería incapaz de resumir un concierto de Bruce Springsteen en las lineas habituales, así que perdonad si me alargo.
Todo empezó el sábado, cuando llegué al Camp Nou sobre las 21:30h. Entrar y ver el ambiente ya prometía un día especial. Es un estadio que impresiona incluso vacio, pero con 75.000 personas esperando un concierto...
Bruce y los suyos se hicieron esperar, y a las 22:10h se apagaron las luces y se inició una maratón musical con “No surrender”, seguida de “Radio Nowhere” y la grandiosa “Out in the Street”. Se apreciaron problemas de sonido (habitual en casi toda la gira), pero Bruce estaba en su salsa, como siempre en Barcelona. Sonaron “The Promised Land”, “Hungry Heart” (con la colaboración del público), “Summertime Blues” y “Brilliant Disguise”.
En general se diría que “la cosa prometía”, pero esto no sería correcto. Había sido un inicio tremendo y sin tregua. Yo esperaba un bajón, pero a continuación vinieron “The River”, “Atlantic City” y “Candy's Room”. No había bajón.
El “Boss” seguía imparable, empalmando como si nada “Waitin' on a Sunny Day”, “Backstreets” (sobrecogedora y muy esperada por un servidor) y “Because the Night”, donde se pudo ver a Nils Lofgren empapado de rock'n'roll.
La canción del último disco “Livin' in the Future” dió paso a una soberbia “Mary's Place”, una sorprendente “Tunnel of Love” y la potente “The Rising”. Y el concierto se cerraría con “Last to Die”, “Long Walk Home” y “Badlands” (muy coreada y celebrada).
Casi nada... Había sido hasta el momento un conciertazo, pero el repertorio de Bruce es siempre todo un misterio (tiene temazos para llenar varios repertorios completos), y había expectación por conocer los “bises”. Y ni corto ni perezoso se nos presentó (atención) con la emotiva “Jungleland”, el clásico indispensable “Born to Run”, “Bobby Jean”, un espectacular “Glory Days” y una locura en “Dancing in the Dark”. No hay mucho que decir. Yo senzillamente estaba con las manos en la cabeza alucinando ante la avalancha que se nos había venido encima. En “Jungleland” estuve a punto de perder los papeles (y dudo que fuera el único).
La cosa llegaba a su fin, y se animó a la gente a cantar con los aires celtas de “American Land” (incluso pusieron la letra en la pantalla gigante) y cerró finalmente con “Twist and Shout” (un medley con “la Bamba”) que hizo levantar y bailar aún más a toda la multitud congregada.
Todo lo dicho ocurrió con un Bruce pletórico de forma, próximo al público (muy próximo), sin parar ni un momento de moverse, animar y pedir la colaboración de la gente. Se le vió disfrutando al máximo de cada canción, saboreando el contacto con sus fans. Ni un rastro de distancia artista-público, cosa que se agradece.
La banda, como siempre, genial. Un Nils Lofgren más atrevido que nunca, un Clarence Cleemons mimado (con razón) por el público, el carisma de Steve Van Zandt, un impresionante Max Weinberg (parece imposible, pero cada día es mejor), un Roy Bittan en su linea habitual, con Charles Giordano supliendo a Danny Federici, con Patti Scialfa encariñada y romántica con su marido, el siempre discreto Garry Tallent al bajo, y con Soozie Tyrell al violín. Dicen que una familia, y eso yo no lo sé. Pero no hay duda que es un pedazo de conjunto que sumado a una increible conexión con el público, hacen de los conciertos de Bruce Springsteen algo muy especial e incomparable.
Fueron 3 horas de concierto, y el Boss consiguió lo que parece imposible. Mantener en todo momento la intensidad, la tensión, la emotividad... En definitiva, demostrar porqué le llaman el “Boss” (aunque a él no le guste).
Soy incapaz de sacar conclusiones. Es un concierto que se ha de ver, oír, sentir para poder saber lo que es... No se puede escribir o explicar esperando que la gente comprenda lo que se cocía allí...
El domingo también estuve allí, pero pese a que escuché todo el concierto y lo pude ver a ratos, estaba trabajando tras el escenario, así que dejaré que sea Sese quien dé los detalles... Solo avanzaré que la cosa cambió (y mucho) demostrando aún más la grandeza de este hombre... el hombre.
