Caravaggio estaba sentado en la silla de Hana, el sol vespertino inundaba el cuarto y revelaba las motas de polvo que en él flotaban. La obscura y flaca cara del inglés, con su descarnada nariz, parecía la de un halcón envuelto en sábanas. El ataúd de un ladrón, pensó Caravaggio.
El inglés se volvió hacia él.
"Hay un cuadro de Caravaggio, pintado al final de su vida, David con la cabeza de Goliat, en el que el joven guerrrero sostiene en el extremo de su brazo extendido la cabeza, devastada por los años, de un Goliat anciano. Pero lo más triste de ese cuadro no es eso. Se supone que la cara de David es un retrato de Caravaggio de joven y la de Goliat, es su retrato de viejo, del momento en que lo pintó. La juventud juzgando a la vejez en el extremo de su mano extendida. El juicio de su propia mortalidad. Cuando veo a Kip al pie de mi cama, pienso que es mi David"
(Pág. 117)
Este libro leído así en partes o trozos resulta maravilloso... pero a mi se me hizo cuesta arriba leerlo.
ResponderEliminarHa sido la primera vez en mi largos años que he preferido la película al libro... y eso que la película es una adaptación hecha para cine.
Sofita Jade: también yo me esperaba más, igual porque me lo habían recomendado muchas veces y como buenísimo
EliminarBienvenida y gracias por comentar
El cuadro impresiona.
ResponderEliminarEl libro, en habiendo visto la "peli" no creo que lo lea.
pseudosocióloga: no me importa leer un libro habiendo visto la peli, por ejemplo ahora estoy leyendo Rebeca
EliminarValentina Esperanza: muchas gracias, ahora me paso (y perdona la demora)
ResponderEliminarBesos
Esa película contiene una de las escenas que más angustia me ha dado imaginar: el que el protagonista deje a su chica herida en aquella cueva, a oscuras, y que le resulte imposible volver a rescatarla con vida. Si uno lo piensa bien, es terrible.
ResponderEliminarLeí el libro también, pero aunque no es lo habitual, me quedo con la película.
JuanRa Diablo: me falta la película, pero ya caerá...
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