Desconozco desde cuándo, pero antes no sucedía.
El mercado de jugadores en el mundo del fútbol está en continuo movimiento, razones deportivas y el interés de que el dinero cambie de manos para cobrar comisiones hace que estos deportistas cambien con cierta asiduidad de equipo.
Así abandonan el club de toda la vida para mejorar sus expectativas tanto deportivas como económicas.
Y esto ocurre para desdicha de unos aficionados que ven como su equipo se debilita deportivamente para poder llenar sus arcas y sobrevivir, en lagunos casos, en tal jungla balompédica.
Otras veces la veteranía obliga a los jugadores a bajar un escalón y acabar su carrera en equipos de menos prestigio.
Pues eso, que hace relativamente poco se ha puesto de moda, como si fuera una ley no escrita que los futbolistas no celebren los goles que marcan a equipos en los que antes habían militado.
Valiente tontería, como si alegrarse de tus victorias implicara una falta de respeto hacia el contrario-antes-amigo o como si fueras mala persona si mostraras jolgorio en tan señalada eventualidad futbolística.
Son modas que se asientan en este complicado orbe donde no se duda en insultar, provocar, hacer trampas en favor propio. Donde todo vale pero que celebrar un gol ante tu ex equipo está mal visto.
Si hasta parece un acto de hipocresía. Imaginaos que Raul se enfrentara a su Madrid de toda la vida y en un lance en al área contraria hiciera teatro y se lanzara a la piscina, vamos, que simulara un penalti inexistente. Seguid con esa fantasia (o pesadilla, según sean vuestros colores) y que él mismo chutara y marcara la pena máxima consiguiente. Naturalmente no lo celebraría en señal de respeto hacia el equipo blanco. ¡Magna hipocresía! Cuando segundos antes no ha dudado en hacer una trampa para “perjudicar” –ilícitamente, además- a su ex compañeros.
Antes no pasaba y a nadie se le ocurrió criticar a Quini, por ejemplo, cuando celebró los goles que le marcó a su Sporting querido en una final de Copa.
Honrosas son las excepciones a esta “convención de nuevo cuño”. Así Luis Enrique no dudó en celebrar cada uno de los goles que le marcó vistiendo la zamarra blaugrana al Real Madrid (aunque luego no mostrara alegría a los marcados al Sporting). De la Peña no vaciló en celebrar con "éxtasis desmedido" un gol que marcó en el Camp Nou cuando el Barça se jugaba una liga (y el Español el descenso).
En fin, modas tontas y pasajeras.
Y es que el respeto se gana y se muestra en cosas que van más allá que la mera celebración de un gol.
¿O es que los merengues tendrían mejor concepto de Luis Enrique si no hubiera celebrado los goles que marcó al Madrid?
¿O es que los culés tendríamos mejor concepto de Figo si no hubiera celebrado el gol que marcó al Barça?
Pues eso: tonterías varias.